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Después de que el Congreso de los Diputados aprobará ayer, solamente con los votos del PP, el mayor recorte presupuestario de la historia democrática, numerosas ciudades españolas acogían una masiva protesta global ante las medidas aprobadas por el Gobierno. El debate parlamentario no aportó novedades. Desde el Ejecutivo se insiste en que no hay alternativa ante las exigencias de la Unión Europea. Como dijo el miércoles Mariano Rajoy: "Solo puedo elegir entre un mal y un mal peor". Por cierto que el presidente eludió el debate y únicamente acudió a la trascendental sesión para votar el decreto. Mientras, la oposición abundó en sus críticas. Ante un escenario dominado por las quejas ciudadanas, la soledad del gobierno popular y las presiones exteriores, se hace necesario encontrar un punto de acuerdo y consenso entre las principales fuerzas políticas. En unos momentos de profunda crisis se requiere una altura de miras y fijar los límites del sacrificio que deben soportar los contribuyentes, y más cuando desde la Administración todavía no han hecho los deberes de austeridad y eficiencia. Rajoy debe decidir si sigue actuando en solitario cuando todavía no se avista una recuperación y la paciencia de la sociedad empieza a agotarse.