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El queso y el vino son alimentos de primer orden, muy capaces para formar una intendencia nutricional de reserva no sólo durante algunos meses. Puede afirmarse, que pueden aguantar años antes de ser consumidos. Y si el queso fue la solución para conservar el excedente de leche cuando no existía técnica alguna que permitiera conservar ésta más allá de algunos días, con el vino pasó algo parecido, salvadas sean todas las distancias. La uva sólo podía conservarse durante un tiempo limitado, de manera que no había forma de aprovechar el excedente, hasta que el vino socorrió aquella necesidad.

Con los años, y la impagable ayuda, sabiduría y paciencia de los monjes y frailes que vivían en monasterios y abadías, los vinos y los quesos alcanzaron la condición de calidad y conservación que ya les acercaba a vinos y quesos actuales.

El consumo del queso debe ser según algunos médicos, ordenado, y el del vino sobre todo, dentro de una moderación exigible a unos alimentos que ya digo, sobre todo en el caso del vino, pueden causar graves trastornos al organismo, incluso mortales, además de crear una dependencia como lo hacen las drogas, "se ha ahogado más gente en un vaso de vino que en el mar". No obstante el vino con moderación, puede ser incluso altamente aconsejable, salvo que por alguna dolencia determinada, el médico aconseje ni probarlo. Por eso debe de ser que hay por ahí unas estrofas de una canción popular que dice: "Si mes ves que vino bebo, déjame que vino beba, no vaya a ser que un día, quiera beberlo y no pueda".

Los vinos blancos en general, tanto los jóvenes como los de crianza o añada, irán bien con quesos tiernos, incluso algún semicurado. Los vinos tintos jóvenes, incluso de crianza, maridarán perfectamente con semicurados, incluso con los curados. Vaya por delante, y en eso tengo prisa en decirlo, que con este complejo maridaje de vino y queso, procuro no ser excesivamente dogmático. Por experiencia sé que lo que disgusta a unos puede agradar a otros. En lo que sí soy inflexible, siempre claro está desde mi opinión, es con las bebidas que contienen gas y la combinación con el queso, especialmente con los curados. En algunos casos, algunas bebidas con un ligero toque de gaseado natural como la sidra asturiana y vasca, irán perfectamente con los quesos más potentes de la zona, como puede ser un cabrales muy curado. Otra cosa que no debe de hacerse es consumir un gran queso con un gran vino, por ejemplo un gran reserva. Lo he dicho en más de una ocasión: ambos productos contienen levaduras vivas, que serán desvirtuadas entre sí.

En Menorca afortunadamente hoy en día, tenemos vinos que deben ser por afinidad los que deben acompañar con éxito nuestros variados y sensacionales quesos, un hecho común en otras zonas queseras y vitivinícolas.