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El curso escolar se inició ayer con un aspecto de normalidad, a pesar de los recortes que afectan a Secundaria y que en este momento tienen poca repercusión en Primaria. La normalidad depende sobre todo de los profesores y del esfuerzo que van a realizar para que la formación no pierda calidad, y también de que la Administración cumpla para que las políticas de austeridad no tengan mayores consecuencias de las previstas. La reducción de recursos debe entenderse como algo temporal. Es evidente que la calidad de la enseñanza no depende exclusivamente de los medios disponibles. Por ese motivo, la sociedad ha de valorar el trabajo que llevan a cabo los educadores, los profesionales de la enseñanza que antes se identificaban como maestros y que ahora, a veces, son tratados simplemente como funcionarios. Así como los profesores deben comprender la necesidad de la reducción de costes, la Administración ha de escuchar al colectivo pedagógico y saber separar lo que es una negociación de las condiciones laborales de lo que realmente afecta a la calidad de la formación. El esfuerzo es un valor que centra a menudo los análisis sobre educación y no solo se refiere a los alumnos. Ese esfuerzo de los educadores no puede hacerse sin el acuerdo, el apoyo, de la Administración.