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No me refiero a los toros, sino a ese día que se escoge para celebrar una identidad colectiva. En España estamos de fiesta, aunque no esté el horno, ni las arcas públicas, para bollos. Es la Fiesta Nacional.

Se eligió el 12 de octubre porque en 1492, Colón llegó a América, y esa empresa colectiva cambiaría el mundo para siempre. Aunque no tuvo nada de idílico (lo idílico solo está en nuestra cabeza), las repercusiones del viaje resultaron formidables e imposibles de minimizar. El mundo había empezado un proceso imparable de globalización.

Cataluña celebra su Diada el "11 de setembre" coincidiendo con un hecho histórico muy doloroso (1714) fruto de una guerra de Sucesión. Menorca, su "17 de gener" rememorando la victoria en una batalla (1287) entre moros y cristianos. Hasta entonces, la isla estaba en manos musulmanas, pero tras su desembarco en la Illa del Rei, las tropas cristianas implantaron su credo y sus costumbres, incluida la "llengua catalana".

Podríamos pertenecer al Islam, si hubiésemos perdido. O, mas tarde, ser ingleses, si me apuran. Todas estas cosas de la soberanía se decidían entonces por la fuerza de las armas. No me imagino al Conde de Cifuentes, diciéndoles a los defensores del fuerte:

Pueden desalojar San Felipe, por favor, que venimos a conquistar la isla
"Yes, of course" – contestando estos, con una educación exquisita.

Hay identidades incompatibles y otras inclusivas. Si soy europeo no puedo ser americano o asiático, pero puede sentirme menorquín y español al mismo tiempo. Si soy español, me siento cada vez más europeo. Algunos identifican España con cosas negativas, recordando antiguos agravios y opresiones. Pero no conviene caminar hacia el pasado.

No hay que confundir el derecho de autodeterminación, con el derecho de autoterminación, ni la Constitución con "els Decrets de Nova Planta". Vamos a desandar el camino andado – dicen muchos- y a liquidar todo lo que no nos gusta. Como el ave que pensó que volaría mejor sin la resistencia del aire.

Un país no es un equipo de futbol pero un equipo puede representar a un país, haciéndonos sentir sus victorias como nuestras. Solo cuando se aceptan, valoran, integran y supeditan las diferencias legítimas en aras de una meta común, podemos conseguir los mayores logros. La disgregación, los individualismos, los egos excesivos, la antipatía, suelen arruinar cualquier empresa o labor colectiva. Intentemos no ir por esa vía.

Los que amamos Cataluña la queremos libre, próspera, orgullosa y feliz, pero también solidaria y partícipe de las metas comunes. La independencia nos conduce a un "cul de sac". Ni España puede desligarse de Europa, ni Cataluña o el País Vasco de España… sin perder demasiado por el camino. Es verdad que si no avanzamos, retrocedemos a marchas forzadas. Una vez dijo Jordi Pujol, que cuando los catalanes se sienten pesimistas, se vuelven separatistas. Luchemos pues, contra el pesimismo. Y ya que "Unida en la diversidad" es el lema de Europa… también podría ser el nuestro.