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No ganamos para sustos, la realidad no deja de sorprendernos día tras día. Si alguien pensaba que el movimiento de los indignados había llegado a su fin ya puede abandonar la idea, el movimiento se internacionaliza y llega de nuevo hasta la Casa Blanca donde los personajes de Barrio Sésamo se manifiestan contra el desalojo que sufrirán de sus casas si ganan los republicanos que han prometido terminar con la televisión pública.

Epi y Blas, esos amigos de goma espuma y tela, ven peligrar su medio natural: la televisión pública americana. Junto a ellos se manifestaban Coco el monstruo de las galletas, Gustavo el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo y la sensual cerdita Peggy.

Parece que Bob Esponja consiguió evitar de momento el derribo de Fondo de Bikini, ya saben que el canal Clan estuvo cerca del cierre. De lo que no se ha librado la esponja amarilla es de darse de mamporros en plena Puerta del Sol nada más y nada menos que contra Hello Kitty. Parece ser que ambos personajes se peleaban por el sitio donde se hacen fotos con los turistas para sacarse un dinero. Las imágenes que emitió la televisión fueron escalofriantes, aun así la sangre no llego al río, parece que los trajes acolchados protegían a los contendientes de los golpes recibidos.

Así estamos, ni tan siguiera el mundo de los dibujos animados se libra de esta situación tan desesperante. Que nadie se sorprenda si dentro de poco vemos a Tom y Jerry pidiendo limosna en la acera de cualquier ciudad, o al oso Yogui y su fiel amigo Bubu asaltando una sucursal bancaria para conseguir fondos con los que comprar sus emparedados, o al Coyote y al Correcaminos montando una empresa de reparto de pizzas a domicilio para sacarle rendimiento a su supersónica velocidad.

No pongamos el grito en el cielo si en breve el ratón Mickey Mouse se somete a una otoplastia para hacer sus famosas orejas más pequeñas, o si Vicky el Vikingo se hace una rinoplastia para compensar el desgaste de nariz que tiene de tanto frotársela (aunque corre el riesgo de quedar como la princesa del pueblo), o si al pato Donald le da por ir a un logopeda para mejorar su dicción y sacarse unos dólares extras vendiendo productos de cocina a domicilio, todo sea por no caer en el olvido y la indigencia.

Si ni los personajes de los dibujos animados se salvan de esta penosa situación en la que nos han metido unos gestores serviles y unos mercados despiadados: ¿dónde iremos a parar? Hartos de la prima de riesgo y el resto de tecnicismos creados para someternos y humillarnos, no es de extrañar que haya más gente preocupada por la compra de Lucasfilm por Disney (no es un tema menor, amenazan con rodar tres películas más de "La Guerra de las Galaxias", como si el propio Lucas no hubiera roto bastante la magia rodando las tres últimas), que por la última reunión del Banco Central Europeo.

Y recuerden, queridos lectores, "no olviden vitaminarse y supermineralizarse" -Superratón dixit- porque si no lo hacen a la Merkel que van, palabrita de Pokemon.