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El torbellino de tres cabezas que habita en mi casa provocó en espacio de pocos días la defunción traumática de los mandos a distancia de televisión, plus y vídeo (¡sí!, aun queda alguno). La represalia por mi parte fue dejar a la familia sin mando una temporada. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de la calidad de vida que aporta este sencillo aparato, antes despreciado y maltratado hasta, como he dicho, su muerte definitiva. Me acordé de estos mandos cuando el conseller Aguiló dijo anteayer que los recortes no han sido recortes, sino ajustes, eficiencia máxima. Yo hasta ahora había pensado que los recortes sí eran recortes, que tener que pagar más parte de las medicinas, los sueldos arrebatados a los funcionarios, los profesores que no se sustituyen, las inversiones que se dejan de hacer, los programas de formación que se eliminan, eran recortes, y que en calidad de recortes, en cuanto volviera la bonanza, volverían a nuestras vidas para disfrutar de nuevo del necesario y valioso Estado de Bienestar como lo teníamos hace algunos años. Como mis mandos a distancia. Pero ahora, con lo que dice Aguiló, pienso que si los recortes no son recortes sino ajustes, no van a regresar nunca, y que la alegría que esperaba al volver al estado anterior ya nunca la tendré, porque un ajuste no se desajusta. Las farmacias seguirán cobrando tarde, las calefacciones de los institutos se repararán nunca, las bajas de docentes no se cubrirán los primeros quince días, aunque el dinero entre a chorros en las arcas públicas. Porque, sencillamente, como dijo Aguiló, no han sido recortes sino ajustes. De momento, pues, me conformo con disfrutar de la alegría vivida esta misma semana al adquirir un mando multifunción que lo manda todo. El tiempo que dure, porque el torbellino siempre amenaza y más aún cuando pronto habrá una nueva cabeza.