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La verdad, a mí lo que haga la selección española en la Copa Confederaciones de fútbol me importa un pedo. Tengo problemas más importantes en los que invertir mis preocupaciones. Pero no deja de ser curioso oír algunos comentarios que surgen cuando por televisión -es el medio que más impresiona cuando salen manifestaciones en las que las dos partes se intercambian leches- se ven los disturbios en Brasil, sede del torneo, a raíz de las medidas que ha tomado el Gobierno con motivo de la disputa del Mundial de fútbol (2014) y de los Juegos Olímpicos (2016).

"Esto pasa por darle la organización de estos eventos a países tercermundistas". Por poner un ejemplo. En Brasil, los políticos han decidido gastarse una burrada en acoger estas competiciones jugando con millones de reales, la moneda carioca, como quien hace malabares con huevos. No importa despilfarrarlos porque en un chasquido de dedos tienes otro millón en la mesa y 'living la vida loca'. O lo que es lo mismo, van hinchando una burbuja que en unos años explotará y llevará el país a la miseria. En lugar de mirar cómo le va a Europa prefieren centrarse en su ombligo y que no pare la samba...

Otra medida que ha tocado las narices al pueblo brasileño es que en lugar de invertir el pastizal en hospitales y escuelas, lo destinen a levantar estadios de fútbol. Sorprende que en el país donde el balompié es una religión lo dejen en un segundo plano por el bien de las personas. O que suban el precio del transporte público. Y como la paciencia tiene un límite, salen a la calle, defienden sus derechos aunque deban sangrar o incluso morir -ya van cinco muertos en dos semanas-, antes que dejarse pintar la cara por los que mandan.
En este país de pandereta, comunidad de presuntos y presuntas, aquelarre de chorizos y corruptos que todavía algunos llaman España, andamos suspirando por el capricho de acoger unos Juegos Olímpicos apenas 20 años más tarde de los últimos. Inyectamos millones que no tenemos mientras van desechando nuestra candidatura y rellenamos solicitudes para las siguientes. 2012, 2016 y 2020. Al final nos los darán por cansinos.
Tendremos unos Juegos que reactivarán ficticiamente la economía, volverán a hinchar la burbuja y en lugar de encabronarnos y salir a la calle a partirnos la cara como hacen en Brasil, viviremos por encima de nuestras posibilidades. Hasta el día que la burbuja explote, estaremos como ahora y encima nos preguntaremos por qué.
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dgelabertpetrus@gmail.com