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El tan cacareado turismo de calidad requiere de instalaciones sofisticadas adecuadas a su nivel. ¿Las ofrece Menorca? Algunos aseguran que una de las carencias de la noche menorquina en el sector de restauración y coctelería es la falta de, en lenguaje pijo, locales "premium", es decir, de locales con glamour certificado. De la misma forma que no se puede aspirar a tener un turismo náutico de alto standing sin amarres que cuenten con las comodidades y servicios que determinados clientes exigen, tampoco se puede pretender atraer a visitantes de altos vuelos sin disponer de una infraestructura lúdico-gastronómica contrastada.

Hay que reconocer, sin embargo, que de unos años a esta parte se van abriendo o mejorando establecimientos que sí comienzan a ofrecer una alta gama de valor añadido. Al menos en la zona de Mahó-Mahón, que es por donde uno transita, a los conocidos "Alcaufar Vell", Es Molí de Foc, Sa Pedrera des Pujol, S'Espigó, etc. se van añadiendo otros restaurantes que amplían la oferta de ese tipo de alta gastronomía. Por ejemplo, ahí tenemos ahora la exitosa y nueva oferta de Torrelbenc (según la última revista del dominical de "El Mundo": "el mejor hotel de lujo de Menorca"). Todas las comidas o cenas en estos restaurantes pueden superar fácilmente los 60/70 euros por persona a condición de que uno no enloquezca ordenando caldos especiales que disparen el precio final. La factura a pagar es la suma de una buena gastronomía y unas gotas de glamour.

Pero después de cenar también se requieren locales que ofrezcan un plus al simple hecho de tomarse una copa en condiciones. Aunque ya hay algunos establecimientos que apuntan maneras, la noche menorquina sigue siendo bastante aburrida para ese sector social específico que requiere de "cuidados intensivos" para sus "noches de blanco satén".

No es difícil de comprender que el turismo de alta exigencia y con gran capacidad de gasto deja muchos mejores resultados económicos que el de escala baja o mediana. También es lógico entender que cuánta menos gente soporte la isla menos se masificará y menos se la polucionará. Quizás con menos visitantes no se deberían tocar las carreteras de forma tan significativa ni preocuparse por los acuíferos de la isla. Después de décadas de "buscar" el turismo ideal para Menorca ¿no sería ya hora de encontrarlo precisamente en este sector de alto standing? Ni el senderismo de alpargata, mochilla y bocadillo, ni la masificación del "todo inbutido", ni esa obsesión por promocionar al sudoroso ciclista alucinado que solo bebe agua. ¿A qué esperan los políticos para facilitar las condiciones para que la isla atraiga a un turismo de cinco estrellas, a un turismo de Dom Pérignon?