TW
0

Oír a un político decir que «tiene muchas ideas» es para ponerse a temblar. Puede parecer injusto para la mayoría, que seguro está cargado de buenas intenciones, pero el descrédito de unos pocos ha hecho tanta mella que ya nos cuesta creerles a todos. «Mejor que no tengan tantas y dejen las cosas como están», dicen mis compañeros de tertulia mientras tomo el gratificante café con hielo matinal. Mi particular relaxing cup of café sin leche in Ses Àmfores. Que todos tenemos nuestro propio momento Ana Botella.

Aquí en Menorca hemos redescubierto a una, Joana Maria Camps. Hasta hace medio año, una exconcejal con el aval de haber sobrevivido a una turbulenta etapa en Ciutadella y ahora, por haber aceptado el regalo envenenado de Bauzá, una consellera obcecada, sumisa y vilipendiada. Sólo verla pone de los nervios y levanta en armas (verbales) a legiones de padres y docentes -todos unos 'rojos', dicen, aunque vayan de verde. Y hasta a los magistrados, a quienes «da rabia» no poder poner freno a la impuesta -aunque progresiva- enseñanza en inglés en las aulas.

Porque es ese ordeno y mando lo que ha encendido tanto los ánimos, y corroe las conciencias. «No me arrepiento de haber votado a favor», intentaba justificarse esta semana un diputado menorquín del PP. Como si tuviera que razonar cada vez que levanta la mano en el Parlament.

Y no hay para qué. Todo está ya inventado y a los políticos no se les pide otra cosa que servir al pueblo. Hasta yo mismo estoy pensando en reciclar el inglés que me enseñó Pau Faner, pero sin que nadie me lo imponga. Ni me expediente sin motivo. Que no es necesario exaltar a las madres de los directores para que se manifiesten en defensa de sus hijos. Ni convocar a los ediles a pleno a las nueve de la mañana. Que esas son horas de relaxing cup of cafe. Palabra de Ana BoTIL.