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Poco a poco los políticos catalanes han ido generando una corriente ilusionada en torno a una independencia que ha conformado una mentalidad de grupo, sin hablar nunca del día después.

Es decir, de las consecuencias que conlleva soltar amarras, y tener el barco de Cataluña expuesto a toda suerte de oleaje, como es verse de off y coz sin guardia civil, sin policía nacional, sin ejército, sin el padre Estado que socorra las deudas que entre otros desvaríos, han generado en buena manera una sucesión de gobiernos manirrotos, que antes de ver si podían, querían tener embajadas en todo el mundo, con los alcaldes y honorables presidentes mejores pagados de España.

Nunca se ha hecho públicamente un análisis en profundidad de las consecuencias de la independencia, empezando por dejar de fantasear entre otras nebulosas con eso de los paissos catalans. Ni Alicante, ni Valencia, ni Castellón, ni por eso tampoco Balears, forman parte de Cataluña.

Por el contrario han generado un estado idílico, un país de las maravillas, como el sueño del adolescente cuando cree que el independizarse de sus padres, y vivir lo que él cree es su vida, será estar en la gloria, y así acaba por formarse en su calenturiento cerebro, una fantasía idílica que durará hasta que llegue la cruda realidad de las dificultades, y Cataluña las tiene ya. Fíjense, que de lejos, es la Comunidad Autónoma donde hay más personas que cobran una pensión pagada por el Estado.

Por otro lado en estos momentos, la seguridad social catalana arrastra un déficit contable camino de los 3.000 millones de euros. Estas cosas deberían también explicarse, como debería también explicarse en los discursos separatistas, que con los cotizantes de Cataluña, no llega ni para pagar sus propias pensiones, y que si ahora cobran la pensión, entre otras cosas, es gracias a lo que aporta la caja única de la seguridad social.

Cuando se agitan las banderas en pos de una libertad que ahora dicen no tener, deberían pensar seriamente que no hay libertad que no sea exigente, y que a la postre, no exija sacrificios sobre todo en un mundo tan globalizado.

De manera que puede suceder que el ronzal que ahora dicen les obliga con España, el día después puede que sea el ronzal inglés, alemán, francés o cualquier otro estado, cuando no todos a la vez los que coarten su libertad.

Por qué si alguien es tan iluso que piensa que un país a estas alturas, puede ir por ahí como su estuviera sobrado de todo, está lamentablemente equivocado. Ojalá que Cataluña no tenga nunca que descubrirlo por sí misma.