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La restauración del antiguo convento franciscano de Alaior, el Pati de sa Lluna, es una de esas obras que debido a su envergadura y a todas las vicisitudes por las que ha pasado el proyecto, sobrepasa cualquier color político y ha sido caballo de batalla de diferentes equipos, en el Ayuntamiento y en los despachos del Govern.

En la Casa Consistorial fue uno de los proyectos estrella para los socialistas y tanto el ya exalcalde Pau Morlà, como ahora la alcaldesa del PP, Misericordia Sugrañes, han peleado, desde equipos diferentes pero con la misma visión municipalista, para obtener los recursos necesarios y con el ojetivo de que la obra llegue a buen fin.

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El edificio fue adquirido por la Administración autonómica en 2005, ya ha llovido, y después de un parón de diez meses por falta de dinero -que en 2012 puso en peligro todo lo avanzado en su consolidación-, las obras se reanudaron, a un ritmo lento pero seguro, en agosto de 2013.

Unos cuantos consellers de Turismo han pasado por este patio para anunciar lluvias de millones, pero a pesar de estar escarmentados, no cabe duda de que las palabras del actual titular de la cartera, Jaime Martínez, anunciando que habrá partida para seguir trabajando este año dan un respiro; al Ayuntamiento y a los que realizan una obra minuciosa que aún no se sabe cuánto más se prolongará en el tiempo. Porque los plazos en estos casos nunca se cumplen y las fechas quedan enterradas en las hemerotecas.

Pero si el proyecto supone una inversión millonaria, el verdadero reto para las administraciones vendrá después, cuando una vez concluida la rehabilitación tengan que hacerse cargo del edificio y llenar de contenido una instalación que deberá generar recursos para aligerar la carga de su mantenimiento.