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Tendría que ponerme serio. Aunque no sirva de mucho y mi modesto mensaje no vaya a llegar más allá de estas páginas, algún 'Me gusta' en el Facebook o algunas piulades en el Twitter. Que la faz de la tierra esté cada vez más llena de personajes a los que la vida les trae sin cuidado preocupa porque en lugar de guardarse para sí mismos las ganas de largarse antes de hora de este mundo, se empeñan en compartir esas ansias con el primero con el que se cruzan por el camino. Hablo, por ejemplo, del elemento que se cargó a cinco chavales el jueves en Badajoz cuando iba con su retroexcavadora, al parecer, hasta las cejas de cocaína y de porros. O ayer, cuando detuvieron a un conductor de un camión cargado con 80 bombonas de butano que llevaba una cogorza que sextuplicaba la tasa de alcohol permitida después de que se estampara contra una pared en la A-352, en Almería.

Estos dos sujetos sirven como ejemplos claros de los elementos de los que hablaba al principio. Una persona que se pimpla sus rayas de coca y sus lingotazos del brebaje que sea y luego coge el coche o la moto para seguir apatruyando la ciudad demuestra un egoísmo, una falta de sensibilidad y de respeto ante los que difícilmente cabe justificación alguna. Más allá de la carga penal o judicial que le caiga encima o de tener que cargar el resto de su vida con el peso de la responsabilidad del dolor que ha causado, lo que todavía me preocupa más es el hecho de que para esta persona la vida vale poco menos que nada.

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El ser humano tiene el derecho a vivir su vida en paz tomando sus decisiones y asumiendo sus responsabilidades mientras respete la existencia de los demás seres vivos. Las nuevas tecnologías así como el nuevo modelo de vida nos está llevando cada vez más a un individualismo en el que la sociedad no tiene cabida. Ni tampoco se busca. Yo, conmigo mismo. Puede que estemos avanzando en muchos campos y en muchas materias con novedades que jamás habríamos imaginado, pero no cabe duda de que el precio que se está pagando es tremendamente caro, la deshumanización de la sociedad y por consiguiente, que nos dé igual coger el coche flipando en colores por la causa que sea, poniéndolo a todo gas y llevándonos por delante a los que nos encontremos.

Está claro que a cada día que pasa somos más listos, o hacemos más máquinas que nos hacen parecer más listos, pero a la hora de la verdad, somos pedazos de carne desalmados. Entonces sesgamos de golpe la vida a cinco chavales y parece como si nos diera igual y la prioridad sea salvarnos el culo.

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