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Cada vida tiene su banda sonora, con canciones y melodías pegadizas que vamos encontrando por el camino. Han alimentado nuestro corazón y nuestros sueños desde que tenemos memoria. Dependen del tiempo que te toca vivir, entre dos fechas concretas. Desde las canciones infantiles que te cantaban tus padres, hasta las de madurez (es un decir) en que se acumulan las antiguas y las nuevas, que puedes bajar de Internet.

Yo soy bilingüe (rebelde) porque el mundo me ha hecho así, cantaría Jeanette. Hablar diferentes lenguas es compartir una riqueza y no hay ninguna competición entre ellas. Después oigo a Raimon, con voz desgarrada, gritando: «Però nosaltres, al vent», cuando la vida «ens dóna penes». Nací en el Mediterráneo, igual que Joan Manuel Serrat. Supongo que mi niñez sigue jugando en sus playas. Somos una mezcla de culturas y de pueblos. Nadie puede monopolizar la identidad ni pretender uniformarla. Pero ahora que había aprendido a decir Menorca, resulta que se llama «Catalunya insular oriental».

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Siempre he pensado que es preferible reír que llorar, aunque haya demasiadas cosas que inviten a lo segundo. No soporto la ignorancia ni la intolerancia, ni la jactancia de la gente rancia. He intentado vivir a mi manera, como Sinatra; o como el pájaro sobre el alambre, de Leonard Cohen.

Hace mucho el dinero, aunque no todo. La vida sigue igual. Si queremos construir un mundo mejor, vamos a desearnos: Que tinguem sort...