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Dice el refrán: Por Navidad cada oveja a su corral. Esto y el título de la canción de Presuntos Implicados, «Cómo hemos cambiado», puede abrir una puerta a la ilusión y otra a la nostalgia. Cierto, he encontrado más de uno a quien la Navidad le sienta fatal; será porque sabe que todas las fantasías en torno al solsticio de invierno son pura mentira. Nos empeñamos en creer que la magia es posible, que es verdad que en una cueva de Belén se posó un ángel con una cinta donde rezaba aquello de «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Y sin embargo desde que el mundo es mundo el hombre nunca ha tenido paz, y la mujer tampoco, ni siquiera en Navidad.

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Pero es tiempo de creer, de tener fe, la fe del carbonero, del que cierra los ojos a la realidad y se empeña en darlo todo por sentado, incluso lo inexplicable; sobre todo lo inexplicable. Tiempo de regresar al hogar y hacer valer el anuncio más oportunista del mundo, «vuelve a casa por Navidad». Tiempo de leer a Dickens en «Cuento de Navidad» –A Christmas Carol-- en que un viejo avaro es transformado por los fantasmas de la Nochebuena. Tiempo de volver a ver «Sólo en Casa» –Home alone--, con Macaulay Culkin como protagonista; de volver a escuchar «Blanca Navidad» –White Christmas— en la voz de Bing Crosby, que según el libro Guinness de los Récords es el sencillo más vendido de todos los tiempos. Tiempo de recordar a los que murieron, de reunirse con los que se han ido, de soñar con los que vendrán. Los adornos navideños nos lo recuerdan en todas las calles del mundo, y sobre todo en todos los grandes almacenes del mundo. Los pavos y capones se estremecen, porque saben que les llegó su hora; van a rellenarlos con albóndigas, con ciruelas confitadas, nueces y piñones. Les aseguro que preferirían una buena ración de maíz. Los confiteros elaboran turrones, los mariscadores buscan hacer su agosto, los sacerdotes sacan brillo a las patenas, aclaran sus voces para los sermones y aseguran en sus catequesis que un cometa de larga cola de fuego guió una vez a tres extraños personajes no racistas, uno blanco, uno rubio y uno negro, hasta el niño Dios que había nacido de su madre por mediación del Espíritu Santo. Cierren los ojos, porque están en su «corral» –luego son ovejas como yo mismo--; imaginen que todas las luces del mundo vienen a desearles Felices Pascuas. Esta vez la Navidad cae en jueves; si es cierto que los nacidos en jueves tienen mucha suerte, yo les deseo a todos la mejor suerte del mundo.