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Nuestra galaxia es la única en la que hay guerras. En general, el universo es pacífico, silencioso y vacío. Si en la Tierra hay poca vida inteligente, imagínense en sitios sin oxígeno. La Vía Láctea siempre ha sido la galaxia de las guerras y, por aquellas cosas de la vida, se concentran en nuestro diminuto planeta.

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Conseguir el final de las guerras es una bonita declaración de intenciones, pero habría que estudiarlas a fondo para averiguar si existe forma humana de acabar con ellas. El afamado novelista y académico, Arturo Pérez Reverte, que fue corresponsal de guerra en su época de periodista, ha publicado «La Guerra Civil contada a los jóvenes». La literatura juvenil no es fácil. Simplificar un tema complejo puede darnos una visión simplista. Procuramos no herir sensibilidades, ser imparciales, objetivos, utilizar un lenguaje aséptico y no teñido de emociones. Es loable pretender que las nuevas generaciones sepan qué ocurrió y tomen postura ante ello. Ni ignorancia ni indiferencia. Aquel horror será siempre inenarrable. Tanto sufrimiento no se puede explicar con palabras. Podemos saber mucho sobre un tema sin llegar a comprenderlo.

El planeta desde el que les hablo concentra todo el odio del universo. En lugar del mal, hablamos del lado oscuro de la fuerza, pero sus execrables manifestaciones siguen siendo imposibles de erradicar. Somos más refinados matando. Como diría el maestro Yoda: Apañados estamos.