TW
0

El pleno del Parlament ha aprobado esta semana la toma en consideración de la futura Ley de Fosas que permitirá localizar e identificar los retos de unos 2.000 represaliados por la Guerra Civil en Mallorca.

Al mismo tiempo, posibilitará la reparación moral para el recuerdo y homenaje de las víctimas durante entre julio de 1936 y abril de 1939. Los cuarenta años de franquismo se cerraron en España con una amnistía para cerrar la página sangrienta de los hechos acaecidos durante la Guerra Civil y la Dictadura, pero, posteriormente, la legislación internacional estableció que los crímenes contra la humanidad no prescriben nunca. Este principio jurídico provoca una colisión de derechos en todo aquello que afecta a los desaparecidos.

Pero los actores de la represión, casi ochenta años después, han fallecido y si alguno sobrevive se encuentra próximo a cumplir un siglo de vida por el inexorable paso del tiempo.

La Transición política inoculó la reconciliación a la sociedad española, en la línea del mensaje de «paz, piedad y perdón» pronunciado por Manuel Azaña en el Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938. Pero queda mucho por hacer, tanto por quienes dieron la vida por la libertad como los que fueron asesinados por sus ideas políticas. Debe prevalecer la memoria sobre el olvido, y Menorca sufrió la violencia y los desmanes con gran dureza e intensidad durante los primeros meses de la Guerra Civil, con numerosos asesinatos por razones ideológicas.

La memoria histórica debe amparar a todos, y ochenta años después reivindicamos la trayectoria de dos diputados de Ciutadella elegidos por los menorquines: el republicano radical Teodoro J. Canet Ménéndez, y Tomás de Salort de Olives, de la CEDA. Ambos fueron asesinados en agosto de 1936 por sus ideas.