Nos acercamos a la recta final. Todo el mundo esperando el desenlace de un melodrama con toques de sainete donde se ha escenificado una cosa terrible: la imposibilidad de entendernos. Un mensaje muy moderno, actual e inquietante. Sería ridículo si no fuese trágico. El rencor por encima del valor es lo que triunfa en estos tiempos de incertidumbre. Donald Trump no es una casualidad. La idiotez es lo más democrático que hay. Todos podemos ser idiotas. Dime los libros que has leído y te diré si los conozco...
Ayer celebramos el día del libro. Actualmente hay un día para todo. Día libro suena a día libre. Es un medio para comunicarnos con los espíritus de vivos y muertos. Si no se queda en un mero objeto de consumo ya podemos felicitarnos. Hay un día internacional del jazz, de la hipertensión, de «Star Wars», de la solidaridad humana... multitud de causas que no deberíamos olvidar y que pretenden unir a la gente en concienciación, celebración o recuerdo. Lo peor de todo es el olvido. Es uno de nuestros defectos nacionales y solo puede prevenirse con educación. Si esta falla, somos como animalitos medio sapiens que empiezan la civilización desde cero.
De todos los días que nos recuerda el calendario, esperemos poder celebrar el día de mañana. Será porque hemos sabido resolver los retos que nos plantea el presente, con algo más sólido que una mezcla de frases ingeniosas, resentimiento enfermizo y demasiada caradura.
