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Los referéndums los carga el diablo, y así debió de ser con el último celebrado en el Reino Unido.  Hoy más desunido que nunca.  Las consecuencias de lo que lideró sin ninguna necesidad David Cameron pueden tener consecuencias imprevisibles.  La inmediata, tan solo al día siguiente, fue el desplome de las bolsas; la española por ejemplo, batió el record de su historia en pérdidas en un solo día: 60.000 millones de euros.

Los problemas políticos tampoco van a ser menores.  De momento, ya hay varios países  que piden también un referéndum: Francia, Holanda, etc. Si la UE no se ata los machos se puede encontrar ante un efecto dominó.

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El Sr. Rajoy salió haciendo de presidente bombero quitándole hierro al asunto. ¡Nada, que todo sigue igual! Vino a decir. Durante unos meses puede que sí, pero cuando pasen dos años estaremos ante las verdaderas consecuencias del referéndum.  Otra consecuencia, y ésta en carne propia, ha sido lo de David Cameron, que con el referéndum se metió en una huerta desconocida que ha fulminado su carrera política.  Con todo, nada comparable con la flojera de piernas que le ha entrada a la UE, ya de por sí siempre sobresaltada, cuando no es por la inestabilidad financiera de Grecia es por el problema de las miles y miles de personas que huyen de una guerra enquistada entre los egoísmos beligerantes de quiénes le echan leña al fuego.

Los referéndums los carga el diablo, las consecuencias las paga siempre la ciudadanía que los políticos zarandean como los muñecos en el pin pan pun.