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A la pregunta: «La responsabilidad política por la corrupción, ¿está saldada?», el señor ministro de Justicia Rafael Catalá, contestó: «En nuestro sistema se salda con las elecciones». No foti usted, señor ministro de Justicia, no foti.

Las elecciones pueden en según qué casos, y a veces ni siquiera esto, premiar o castigar el comportamiento político. Pero eso no anula para nada al código penal. Eso en primer lugar y en segundo lugar, la corrupción no puede ser considerada como una forma más, aunque aberrante, de hacer política.

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La corrupción, señor ministro de Justicia, es un delito grave donde precisamente la política honrada se ve salpicada de esas miserias. Usted, como político primero y como ministro después, debe de conocer ese tipo de situación. Pobre país y pobre sistema democrático si creemos que las elecciones son «la capa de todo lo tapa». Quiero pensar que lo que dijo a «El País» el 28 de noviembre pasado fuera un lapsus linguae porque no me hago a la idea de que el ministro de Justicia dé por saldada cualquier caso de corrupción por unas elecciones.

La corrupción no la puede saldar unas elecciones y la responsabilidad política no coge una bula con las elecciones para considerarse inmaculados después de las mismas.