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Según el diccionario de la Real Academia Española «Matanza» significa entre otras cosas: «Faena de matar los cerdos, salar el tocino, aprovechar los lomos y los despojos, hacer las morcillas, chorizos, etc.». En Menorca decimos «matar es porc» –han matat es porc a ca s'enimorat, jo qui som s'al·lota no m'han convidat-, pero en Mallorca suele emplearse la palabra matanza en plural: «matances». Pero «matanza» en castellano también significa: «Conjunto de piezas que resultan de la matanza del cerdo y que se comen frescas, adobadas o en embutido». Por cierto, la palabra «morcilla» se traduce por «botifarra de sang» y por «botifarró», y la palabra «chorizo» por «xoriço». Pero esta última es un castellanismo, según nos advierte el diccionario Alcover-Moll, aunque el de Pompeu Fabra define «xoriço» como «Tros curt de budell emplenat de carn principalment de porc, adobada amb pebre vermell, etc.».

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Esto de las traducciones tiene su miga, no sólo porque en catalán, igual que en castellano, un chorizo o xoriço puede ser también un ratero o ladronzuelo, sino porque el conjunto de piezas que resultan de la matanza del cerdo suelen ser dispares según las diferentes regiones de nuestro país. Por ejemplo, el citado diccionario Alcover-Moll traduce sobrassada por sobrasada, aunque advierte que se trata de una palabra tomada del catalán. Por lo que hace a la morcilla o botifarró hay que distinguir entre botifarró negre y botifarró blanc, según se haya embutido la carne en el intestino o en la tela del mesenterio. Luego viene la guerra de conceptos por lo que se refiere al «cuixot», que puede traducirse por pernil y en Mallorca hace referencia al muslo de cerdo salado para guardar y ser comido, palabra que correspondería al jamón o pierna de cerdo curada, pero que en Menorca y el Ampurdán corresponde a una pieza hecha de carne triturada con sangre y puesta dentro de la piel del muslo.

Las diferencias en la matanza del cerdo dependen del clima de la tierra que habitamos; esto se entiende muy bien en la curación del jamón, que no es posible por métodos naturales en la humedad de Menorca, por ejemplo. Estos días he asistido a la matanza del cerdo en Caimari, en Mallorca, entre montañas agrestes, horizontes verdeazulados, campanarios encantadores y tradición de campechanía sin igual que me han confirmado que el sufrido animal que llamamos cerdo nutre tanto la variante de la lengua que hablamos como lo mejor y más tradicional de nuestra dieta mediterránea.