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Sala de autoridades del Aeropuerto de Menorca. 26 de agosto de 2004. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, concluye sus vacaciones estivales en Menorca con una entrevista con el presidente del Govern, Jaume Matas.

Después de los tres veranos consecutivos con la familia Aznar-Botella que había escogido Menorca para su descanso durante el mes de agosto, vino por sorpresa el nuevo presidente del Gobierno socialista.

Quien había escogido el destino era su esposa: «No puedo negárselo a Sónsoles», admitió Zapatero.

Fueron testigos de aquella despedida la presidenta del Consell, Joana Barceló el alcalde de Maó, Arturo Bagur el delegado del Gobierno en Balears, Ramón Socías y el entonces flamante director insular de la Administración del Estado, Marc Pons. Es el único que sobrevive políticamente, al amparo de Francina Armengol, como conseller cortafuegos de conflictos diversos en el Govern.

Matas planteó a Zapatero que la Ley del Régimen Especial de Balears, aprobada en julio de 1998 para dar respuesta al mandato constitucional de compensar las desventajas y costes de la insularidad, aún no había sido desarrollada.

«No te preocupes, Jaume, en la primera quincena de septiembre convocaré las comisiones mixtas y vamos a trabajar en serio», fue la respuesta, en voz alta, de quien era presidente del Gobierno de España. Naturalmente, aquellas comisiones nunca llegaron a convocarse. Advierte Miquel Payeras que «el Tratado de Maastrich prohíbe cualquier trato diferencial fiscal a una región, excepto que sea ultraperiférica, no por ser islas. Todo lo demás, electoralismo y REB». El Régimen Especial de Balears no ha sido desarrollado durante estos 19 años porque las medidas deben ser aprobadas por la UE y porque se ha utilizado como arma de ataque al adversario.