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Hay algunos a los que la bilis les va a comer por dentro. No se relajan ni dentro de un jacuzzi, con una copa de cava helado mientras les dan un masaje en los hombros con aceites esenciales de las montañas escondidas del Himalaya, y suena una alegre sesión, de esas que te llenan el espíritu, del gran Dj Bass. Que hay muy mala baba, vamos. Son los haters de Internet. Los que odian a todos, y todo lo ponen a parir. Los que usan más las vísceras que la cabeza. Envalentonados por el anonimato reparten a diestro y siniestro sin miramientos. Se sienten cómodos en la difamación y rara vez dan la cara.

Están repartidos por todas las redes sociales. Aprovechan cualquier huequecito que les deje la tecnología para escupir sus mierdas, como Julio Iglesias aprovecha cualquier despiste para procrear, recientemente le ha salido un hijo nuevo de 40 años, yo creo que si toda la generación de los 70 contrastara su ADN tendría un poquito de Julio Iglesias, y lo sabes.

Como no podía ser de otra manera, este diario tampoco se libra de sus haters particulares. Está muy guay que los lectores puedan participar en el periódico de la forma más viva y directa posible. Y mola que cualquiera pueda comentar una noticia, un artículo, o lo que le salga de las orejas, faltaría más. Al final de estos artículos siempre aparece un email, para que cualquiera ejerza su réplica sobre mi derecho a la réplica. Es un pilar de la libertad de expresión y así debe ser. De lo contrario nos pareceríamos a esos ayuntamientos que prohíben cuadros cuando no les gusta lo que ven. Cuídense, queridos lectores, no de los que escandalizan, si no de los escandalizables.

Y les da igual que la noticia sea la boda de Sergi Llull, el penúltimo atasco en la playa de Macarella, o que se vean cachalotes cerca de la costa, ellos aprovechan que el anonimato pasa por la pantalla de su ordenador y lanzan su odio más odioso contra los que ellos consideran sus enemigos. Porque tienen muy claro que poseen la verdad verdadera y el resto del mundo es idiota, o está lelo.

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Se ponen un chorra seudónimo y escupen palabritas que despiertan caspa y machismo a partes iguales. Juntan más testosterona bélica que Putin y Trump juntos. No sé, si les sirve de terapia, pues vale, se ahorran un dinerillo en psicólogos, pero va a ser que nunca tienen bastante.

Aunque los haters deberían ir con más cuidado, la mala hostia hoy en día es difícil de esconder. Miren al maletero de Iberia, esa misógina empresa que hacía test de maternidad a sus empleadas, al que han grabado con los móviles, en el aeropuerto de Eivissa, mientras lanzaba, y daba patadas, a maletas y cochecitos de niño sin miramientos, el video se ha hecho viral.

Y hablando de hostias, parece que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha enviado una circular a los obispos diciéndoles que las hostias sin nada de gluten son «inválidas para la Eucaristía», toma ya, han excomulgado a todos los celiacos de golpe y porrazo. Sabíamos que no hace mucho la Iglesia no veía con buenos ojos a los enfermos de VIH, ahora parece que les toca a los celiacos, quiénes serán los próximos, ¿los daltónicos?

No sé, todo está un poco loco, pero igual a quien deberían ir excomulgando es a todos aquellos difamadores que de palabra, obra, u omisión meten mal rollo a chorro, sin importarles una mierda los demás y generando bastante sufrimiento. Aunque quién soy yo para meterme en lo divino, si apenas me manejo en lo humano. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com