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Tal cual yo lo veo, una de las cosas más lamentables en la aplicación de nuestro ordenamiento jurídico es su insoportable lentitud, una justicia lenta es injusta en sí misma. ¿Cómo se puede estar más de diez años en sustanciar un proceso judicial? Para mí tengo que todo lo que pase de dos años es dilatar un resultado y sin duda acabar por desvirtuar el resultado real de un proceso. No me extraña pues, que entre otras cosas se diga cuando por necesidad nos tenemos que meter en una querella, bien porque nos metemos, bien porque nos meten y no nos queda otra que defendernos, que se necesitan tres sacos, a saber: un saco de papeles, un saco de dinero y un saco de paciencia. Por eso, quiénes lo saben dicen que no en pocas ocasiones es mejor un mal acuerdo que un buen pleito.

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2 Como ustedes comprenderán, no tengo acceso a determinados sumarios, por más que no se me escapa la complejidad procesal que intuyo cuando el jurista se da de lleno con las maquiavélicas ingenierías financieras, como suele suceder en el caso de aquellos presuntos chorizos muy bien asesorados a la hora de justificar lo que han trincado a manos llenas y lo difícil que se me antoja ese tipo de investigaciones, pues no se trata ya de conocer bien la ley, será necesaria la colaboración de expertos en temas financieros, y no expertos cualquiera, si no aquellos que conocen las tripas del enrevesado lenguaje de ese mundo exclusivista, incluido lo que consiente o penaliza la ley de otros países que pueden estar cumpliendo o incumpliendo una normativa jurídica con rango mundial o europeo dentro de la nebulosa financiera, la opacidad puede ser en algunos países absoluta, por más que los avezados a tener millones en paraísos fiscales chabucan el esperanto que les permite entenderse pero que no necesariamente un juez conoce. De ahí que necesite de un equipo de expertos. Y no digo ya para acelerar un sumario, si no lo que es más lógico para conseguir que luego no se le queden pelos por la gatera de lo que no se ha sabido aportar al mismo. La lentitud procesal emanada en mi opinión de sumarios que tardan años en darse por concluidos se debe sin duda a la falta de medios adecuados.

Un juez no puede ser técnico en ingeniería financiera allende nuestras fronteras, ni un experto en detectar esa complejidad de saber borrar las huellas que deja el dinero en un paraíso fiscal cuando pasa a otro de su mismo cariz. No obstante, creo que se debería de corregir el injusto aprovechamiento que obtienen aquellos que en sus múltiples recursos de todo tipo, consiguen muchas veces que un juez se dé de bruces con su toga y las puñetas en ese injusto sanseacabó que anuncia el ha prescrito y el avispado de turno le diga a su señora «que vengan días y vengan ollas» tengo mis fechorías en manos de la justicia más comprensiva a la que podía aspirar.