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La presidenta del Parlament, señora Forcadell, igual que Puigdemont (Junqueras es algo más prudente), dicen que lo que ha hecho Rajoy es acabar con la democracia, pasarse todas las líneas rojas añadiendo una andanada de descalificaciones que además de absurdas, son falsas, porque vamos a ver ¿acaso no fue la Generalitat, los independentistas, los que no han hecho ningún caso de las leyes, incluidas las que dictó el Tribunal Constitucional? Por el contrario, la aplicación del 155, aunque a mucha gente no le guste, entre ellos a mí, es constitucional y además aplicada sin ninguna premura de tiempo. Puigdemont ha tenido días y más días para rectificar. Posiblemente cualquier país europeo ante el empecinamiento y la ausencia total y absoluta del respeto a las leyes constitucionales, habría aplicado el 155 o similar antes de llegar a esa absurda falta de decisión sobre si había el Molt Honorable promulgado o no la república catalana. Algunos titulares periodísticos lo llamaron a eso «coitus interruptus».

¿Acaso pretendían que el gobierno se cruzara de brazos mientras entre unos pocos fragmentaban la ciudadanía catalana? Entre otras cosas han dejado a un parlamento sin la funcionalidad que le es propia. Pero fíjense señores independentistas que ya han abandonado Catalunya más de dos mil empresas. No parece que confíen mucho en ustedes aunque alguno haya dicho que no importa «porque hay muchas más». Un estudio de hace un par de días afirma que en algún aspecto de la economía que forma parte del bienestar social se puede llegar en el transcurso de un año de seguir las cosas por este camino, a una merma de un 50%. En cuanto a lo del referéndum, donde en alguna zona se contabilizaron más votos que los que tenía su censo electoral, no soy el único que se pregunta ¿quiénes velaban para que la votación y el recuento de papeletas fuera democrático? Pero aun así, a pesar del merendendum en que se convirtió, en mi opinión el gobierno se equivocó metiendo a la policía nacional, a la guardia civil y a los mossos en ese charco para que no se llevara a término la votación. Me pregunto dónde tiene la cabeza este gobierno nuestro porque si estaba ya anulada la votación por los tribunales de justicia, daba igual que votaran o no ya que jurídicamente la votación no tenía ningún valor. En consecuencia tampoco sirve como caballo de Troya para colar de matute ningún tipo de república y menos de independencia. Lo que sí ha servido ha sido para dividir aún más de lo que ya está el pueblo catalán.

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Algunos dirigentes del independentismo sabían, y por eso saben, que no tienen entre la población la fuerza que da la razón y que la ley les niega. Por eso han buscado y trabajado a fondo la fuerza de la calle a base de decir lo que no puede ser, a base de convencer a una gente que desafortunadamente les cree y les sigue porque llevan años fomentando el separatismo, inmiscuyéndose incluso en la lengua en zonas que ellos llaman gratuitamente països catalans.

Fíjense a que extremo se ha llegado que en Catalunya es más fácil publicar un libro en suajili (lengua africana hablada en Kenya) que en castellano. Por mi parte me guardaré como de mearme en la cama de negarles el derecho a la independencia a la que tienen derecho cuando la mayoría así lo quiera, pero haciendo las cosas bien, respetando las leyes y no porque unos pocos más que a gobernar se hayan dedicado a llevar a la gente por el camino que a ellos les interesa. Deberían darse cuenta que su gran equivocación estriba en que precisamente ese camino está aún por desbrozar. Y sí, es verdad, ahora el independentismo ha crecido pero no es debido a la cordura y al análisis, si no al cabreo de cuyos orígenes no son ajenos del todo las políticas equivocadas del PP desde aquella mala hora en que se les ocurrió meter las manos en el estatuto y en la absurda orfandad de diálogo político con Catalunya mientras el secesionismo catalán iba creando sus bases independentistas con tanta virulencia que ahora estamos donde estamos y nadie en su sano juicio sabe cómo puede acabar esto.