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Leía yo el otro día en la prensa de papel que Eduardo Zaplana ha sido un político escurridizo que ha eludido siempre el acoso judicial. Pero vamos a ver, ¿a santo de qué bula tenía este ciudadano patente de corso para ir por la política cometiendo latrocinios? Además muy hábil, muy hábil no ha demostrado ser cuando a un delincuente (en este caso por el momento tenemos que poner presunto), lo trinca la guardia civil. A mí se me aclara que el hábil no ha sido el chorizo si no la guardia civil. Y en el caso Zaplana parece que en algún momento más que un hábil presunto, resultó ser como un miembro de la banda de Lepe. Dicen quienes lo saben que apenas entró el comisario al banco, recién robado dijo: «ha sido la banda de Lepe». ¡Coño comisario, qué golpe de vista! Ha sido fácil porque han hecho un agujero en la pared para entrar y justo al lado otro agujero para salir.

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Que Zaplana dejase en un altillo de la casa que ocupaba cuatro folios detallando los pasos seguidos y aún por seguir respecto a dinero y paraísos fiscales, papeles que más tarde cayeron en manos de un inquilino que resultó ser un ciudadano sirio y éste a su vez le entregó estos documentos que implicaban al exministro del PP a un tal Benavent y éste a la fiscalía anticorrupción que empezó a sacarle punta en lápiz. O sea que me río yo de la habilidad del susodicho. En todo caso parece el torpe argumento de un tuercebotas y no el hábil trabajo de un ex ministro. Eso sí, presuntamente con la cara más dura que el hormigón. Repito, presuntamente.