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Algo que debe de tenerse en cuenta la hora de disfrutar de un vino, es de qué almacenaje procede. Con esto quiero decir que el bouquet será diferente si el vino que tenemos en nuestra copa procede, que suele ser lo habitual, de una botella de vidrio o de una barrica de madera que suele ser lo extraordinario. Conviene decir que el bouquet es el resultado de numerosas y aún sutiles reacciones que se inician en la propia uva. Más tarde, en el proceso de la vinificación y finalmente en la monacal quietud del transcurrir de los años, influirá algo la añada pero sobre todo el tratamiento que se la haya dado para estar en condiciones óptimas de lograr un punto de envejecimiento.

Continuando con las botellas de vidrio, déjenme decirles que el mercado del vino comercializa diferentes formatos. El formato más común a nivel mundial, es el que regulariza el sistema métrico para vino embotellado, que es de 75 cl. Otra medida frecuente, sobre todo en Italia, es la denominada magnum, con el doble de capacidad que la estándar del 1.5 l. Podríamos decir que se comercializan básicamente cuatro tipos de botellas: Bordalesa, Borgoña, Rhin y Cava. No obstante, los formatos recurrentes según las distintas marcas de vino, son infinitos. Algunos, en la zona del champán, con botellas imposibles por tener una cúpula o culo francamente arriesgado, ya que apenas se mantiene en vertical, cayéndose al mínimo roce. Aquí también la originalidad ha hecho sus estragos, por cierto, completamente absurdos, pues para nada será la forma que tenga la botella la que le ponga o le quite categoría al caldo.

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Una parte fundamental, incluso me atrevería a decir 100 por cien exigente, en una botella de un buen caldo, es el tapón. Un tapón sintético elaborado a partir de ciertos polímeros, de momento no puede competir con uno de corcho, más aún si me refiero al corcho de la tercera peladura de un alcornoque que serán aquellas cortezas que por su alta calidad se reservan para los vinos que merece la pena conservar, grandes añadas, reservas o grandes reservas.

Tengo paseadas y disfrutadas bodegas que no solo conservan, crían y maduran sus caldos en barricas hasta que el bodeguero y su enólogo lo creen oportuno, entonces serán embotellados donde pueden permanecer a veces mucho tiempo hasta llegar al mercado y del mercado a la mesa. Hay que tener cuidado en revisar los tapones, a veces conviene cambiarlos so pena de que transmitan malas herencias gustativas y olfativas al contenido de la botella porque al envejecer el corcho deja escapar materia o permite introducir oxígeno que puede picar un vino. Un tapón de corcho también puede pudrirse o coger moho (floridura).