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No voy a escribir «Qué noche la de aquel día» porque ya lo hicieron los Beatles en su momento. Por cierto, «Qué noche la de aquel día», traducido al inglés, sería: What a night we had that day Y el título original era: A hard day’s night que significa, «La noche de un día duro», y que al parecer proviene del uso erróneo de la lengua por parte de Ringo, quien dijo después de un concierto, «Uf, ha sido la noche de un duro día» (Phew, it’s been a hard day’s night) Pero lo que yo quería comentar es que a veces, durante el sueño, se nos ocurren ideas que, una vez despiertos, pueden contribuir a solucionar los problemas que tenemos en estado de vigilia. Es famosa la anécdota referida por el propio Paul McCartney asegurando que escribió Yesterday porque acababa de soñar la melodía de la canción y se levantó para ponerle acordes con un piano. El mismo Paul cuenta que su madre se le apareció en sueños y le dijo que no diera más vueltas a la cabeza, que dejara correr el asunto que le preocupaba: Let it be («Déjalo estar») Y de ahí salió otra canción famosa. Algunos creadores tienen una libreta sobre la mesilla de noche y apuntan las ideas que se les ocurren estando dormidos, por si luego pueden desarrollarlas. Yo suelo decir que no apunto las ideas que me vienen, que si son buenas, seguro que me acordaré, y si no, las olvidaré. De modo que no tengo libreta en la cabecera de la cama. La tengo en el baño, je, je. Ahora mismo acabo de encontrar lo que sigue, producto de un sueño, apuntado en la libreta del baño:

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«Aquella noche Nadia supo que era su noche; saltó por la ventana y escapó de casa. Era todavía la época en que la cerrazón estaba en todo su apogeo, y el destino de cualquier jovencita que se preciara era encontrar marido y obedecerle sin rechistar. Pero Nadia quería desatarse del yugo de su casa, y a lo mejor de las flechas también. Cogió cuatro cosas, se encaramó a la ventana y saltó a la calle para alejarse acto seguido y dejar a los suyos sumidos en el sueño de los justos. O de los injustos. Entonces pensaba que los suyos habían sido injustos con ella, pero después de vagar por el mundo durante algunos años, decidió volver con sus decepciones redobladas y las ropas vueltas unas cuantas veces del revés, y cuando su padre anciano la vio llegar le salió al encuentro y le dijo hay más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos que perseveran, a lo que Nadia dijo no empecemos que me vuelvo a marchar».