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Vas a ser, a partir de ahora, harto impopular. Vas a hablar de… Hablar. ¡Habláis tanto! ¡Y queréis tan poco! Habláis en funerales de seres que dijisteis amar. Pero vuestra vida contradecía los hechos. Por falta de significado…

Mandáis whatsapps -¡Por Dios, que mierda!- bromeando sobre inmigrantes. Esos que van siempre, inexorablemente, según vosotros, borrachos… Y uno piensa qué harías tú si hubieras dejado tu casa, los olores de ese patio, ese café matutino a sabiendas del nombre de quien te lo servía, la tumba de tu padre, el futuro negado por sangrientos dictadores y te hubieras alejado, sí, dejando, mujer y puede que hijo/s/hija/hijas… Porque puede que te fueras por eso…

Buscamos un Dios silente… Dios no tiene whatsapp…

Hablamos… Y las palabras se deshacen- ya lo has dicho-. Elogiamos por conveniencia. Cabrones se mudan en santos y santos en cabrones.

A un alumno se le dice que, ¡joder!, no sirve para nada… Y resulta que se lo cree. Y en ese preciso momento, efectivamente, ya no sirve para nada… Kafka supo de eso y lo expresó en su desgarradora «Carta al padre»…

¿Hablamos? Es gratis…

Un ‘pedagogo’ entrecomillado, en esos cursillos que imparten gentes que nada saben de lo que hablan, os recomienda no corregir en rojo… Tiene connotaciones perversas –señala-. ¿Y un diez en rojo? ¿Y un 1 en verde?

Ya ves a profesores repintando señales de tráfico, para que sean todas color esperanza…

¿Hablamos? Es gratis…

Un niño muere en el regazo de su madre, en una patera. No es retórica. Sucedió. Sucede. Sucederá. Alguien hablará y dirá que fue mala madre. Pero no era Bernarda Alba. Ante una muerte segura optó por una muerte probable. Alguien dijo en un supermercado que era una malnacida –y no es invención-. ¿Hablamos? ¿Ha visto usted señora en los hijos de la desnutrición el coraje de esa mujer?

La señora paga…

Con Visa…

¿Hablamos?

Anochece. La señora coloca la compra en la nevera. Mientras, la madre de la patera agarra a su hijo… Lo encomienda al Mar. ¡Que sea plácido! Es, hoy, su Dios…

Simultáneamente, analfabetas escriben libros sobre sus vidas, que, a la postre, no fueron, sino jodiendas… Las audiencias se disparan… El problema de hoy es Franco. ¿Quién era? Ahora lo saben… ¡Menuda publicidad!

Los programas políticos son nombres… O un pronombre personal en primera persona… ¿Pedro?

¿Hablamos?

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Hartazgo de palabras. Sed de hechos.

¿Hablamos?

Alguien lo hace en nombre de Catalunya/Cataluña ¿Quién le dio la patente? ¿Un 48%? Las lenguas ya no suman, dividen. Alguien te está robando tu Barcelona. Y no es mayoría. Te roban las palabras de Riquer, Blecua, Marsá; la Universidad; Pelayo; el cosmopolitismo y esa enorme belleza de entrar en un bar y usar una de las dos lenguas, que se enriquecían mutuamente entre croissant y café cortado… Y un odio que se quedaba, siempre, en el quicio de la puerta…

¿Hablamos?

No creo que se pueda…

Pero deberíamos...

El inmigrante sale bebido de un bar…

Veis su triste deambular…

¿Percibís el olor de su tierra que ya no pisa?

Cuando se recupere probablemente mirará la foto de su mujer o de su hijo o de su hija… Y se sentirá culpable…

Trump no irá ebrio, en ese momento. O tal vez sí… La riqueza seguirá en manos de los mismos. Pero el malo será, evidentemente, ese hombre que se tambalea buscando su casa, sus llaves. O un futuro. Hallará su casa. Sus llaves… Pero no lo otro…

La ultraderecha avanza. ¡Dios! Un mal entendido izquierdismo se vuelve sectario. Y sí, hartazgo… De tanta mediocridad, de tanta indecencia, de tanto robo con corbata y despacho, de tanto banco, de tanto discurso desde tribunas no merecidas…

¿Hablamos?

¿Para qué?

Hartazgo…

Por eso, en tu fondo de pantalla está la imagen de Roig, tu perro… A quien dedicaste multitud de artículos…

Tenía la facultad de no hablar, pero sí la de sentir…