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Antes el puzle era simple. Incluso se llamaba rompecabezas. Dos piezas gigantes divididas por un telón de acero. Tras dos guerras mundiales y millones de muertos, el comunismo y el fascismo siguieron su camino allá donde pudieron, igual que lo intentan hoy en día, pero la democracia liberal los mantenía a raya con su Estado del bienestar, alianza transatlántica y derechos constitucionales.

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Tengo algunas piezas del nuevo puzle que parecen difíciles de encajar. Así es complicado que el dibujo tenga sentido. El comunismo ha cambiado de nombre, se ha dejado la coleta y ha cogido fuerza mediante alianzas con un socialismo que se ha ido resquebrajando ideológicamente; y que pacta con quien sea para tapar sus derrotas en las urnas. Fernando Enrique Cardoso, expresidente de Brasil, afirma: «Hoy no es preciso un golpe; basta que se degraden las instituciones». El caos migratorio de la desesperación y los negocios más boyantes en la actualidad: narcotráfico, prostitución, pornografía… son difíciles de encajar. La ultraderecha crece como la espuma.

Otra pieza es Sitapha Savané, senegalés que jugó en el Menorca básquet. Dice que «España necesita a África más que África a España». Después de una brillante carrera como jugador profesional de baloncesto, quiere cambiar las cosas en su país por medio de la política. Según él, la educación es «el único camino para la salvación de este mundo». Y creo que también para completar el puzle.