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Tengo el firme propósito de poner en la mesa estas Navidades unas viandas nada propias de la Navidad convencional. Si las heladas nocturnas no fueran muy severas, me sé un par de barrancos en medio de un inmenso pinar donde se pueden conseguir unos esclata-sangs (los suelo encontrar casi todos los años). Son los últimos de la temporada y los voy a preparar torrats con unos trozos de sobrassada. Tengo también unos tordos que voy a cocinar con trufa blanca, procurando no pasarme, porque es aromáticamente algo fuerte. De postre queso Coinga con figat o con un membrillo que voy a preparar casero casero.

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La directora de una de las mejores revistas de gastronomía que se hayan publicado en España, me solía decir: «José María el queso hay que consumirlo tal cual, nada de mal acompañarlo so pena de cometer un pecado de lesa gastronomía, y mucho ojo con la bebida, nada de cerveza y mucho menos cava». Confieso que en ocasiones no haya sido yo tan ortodoxo, y he disfrutado algún queso menorquín acompañándolo con membrillo. Tanto debe de ser esta cuestión conocida que en Cangas de Onís, quizá el lugar que te puede alegrar una mañana la mejor tabla de queso que se pueda disfrutar en España, tienen como costumbre poner un buen trozo de membrillo.

Volviendo por el camino que traía, voy a preparar una Nochebuena poco ortodoxa, donde la piedra de toque será conseguir una buena fuente de esclata-sangs, lo demás vendrá rodado.