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Es, sin duda, una de mis frases favoritas. La uso tanto para solventar imprevistos más o menos agradables a lo largo del día que debería pagar un canon de uso al eminente filólogo menorquín que la inventó, l’Amo de Son Carabassa. Son dos palabras capaces de multiplicarse reinventándose en mil significados pudiéndola usar como te plazca dependiendo únicamente de la entonación. ‘Cap pega’..

¿Sabías que la selva del Amazonas, uno de los pulmones del planeta, lleva días ardiendo sin control por culpa del ser humano? Imagino que el autor no fue a clase el día que enseñaron que las personas necesitan aire para vivir y que éste viene de los árboles y las plantas. Me juego lo que quieras a que el criminal en cuestión no es menorquín pero seguro que le cuestionas su actuación y te responde ‘Cap pega’ mientras sigue a lo suyo.

El ‘Cap pega’ se ha convertido en una corriente vital que le permite, al que lo entona, confesarte que le importa un pepino lo que hace, como el miserable que atropelló a una mujer el otro día en Ciutadella, la cantidad de camellos que trapichean cada noche o los ladrones que están a la espera de que acabe el verano para volver a las andadas.

Parece como si a ciertos miembros ‘y miembras’ de esta sociedad les importara un pepino y dos cebollas las cosas malas que hacen, el abuso de la coexistencia, enfocando todos los esfuerzos en un ego personal sobrealimentado a costa de otras personas.

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Por ejemplo, el odioso que ha ordenado que se vaya quemando el Amazonas o que provoca cualquier incendio, como los terribles casos de Canarias, por citar algún ejemplo que nos queda más cerca. Alguien que ha decidido prenderle fuego a lo más prioritario de la vida con intenciones personales, sea o no sea un accidente. Estos comportamientos me repugnan y no deberían tolerarse bajo ningún concepto.

Mi uso favorito para ‘Cap pega’ es el que viene después de una disculpa o de una falta de entendimiento. Me permite confesarle al que lo recibe que no se tiene que preocupar mucho más de la cuenta y que esté tranquilo, que no pasa nada.

A los pirómanos, maltratadores, ladrones, asesinos no se les permite el ignorar el daño que han hecho ni ampararse en el ‘Cap pega’. Creo que, como sociedad, cada vez que dejamos impune o prácticamente impunes comportamientos lascivos como estos, nos convertimos en una especie de cómplices. Nos queda mucho para evolucionar de individuos a seres humanos y luego a personas, un favor que necesita con urgencia el planeta porque al final sí que va a haber pegas. Y de las gordas e irreparables.

dgelabertpetrus@gmail.com