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Ya hemos hablado muchas veces de la dificultad que hay para encontrar referentes. No me refiero a encumbrar a nuevos dioses, ni a crear mitos de nuevo cuño, ya se dio el paso del mito al logos hace muchos siglos y no se trata de ir para atrás como los cangrejos, o como los nuevos portavoces políticos de la homofobia, la xenofobia, la misoginia, el clasismo y el totalitarismo más vomitivo. Me refiero a encontrar personas sensatas, que digan cosas sensatas, y que además lo digan desde una posición en las que sería muy fácil que se les fuera la olla porque han triunfado socialmente y tienen pasta gansa para aburrir.

La selección de baloncesto ha ganado el Mundial, mis dieces deportivos para ellos, y un diez muy especial para nuestro menorquín de oro, Sergio Llull. Pero mucho más allá de lo deportivo sabemos que Marc Gasol, campeón de la NBA y bicampeón del mundo, colaboró el año pasado con el «Open Arms», y encima se tuvo que comer criticas absurdas, y crueles, por su trabajo de voluntariado, semos asín de idiotas. Y muchas de esas críticas le llegaron de los que hoy sacan la banderita a la calle y se sienten más españoles que nadie porque la selección es campeona. Son las contradicciones propias de unas mentes o muy limitadas, preocupante, o muy maléficas, más preocupante todavía.

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Otro que me ha dejado flipado de verdad, queridos lectores, es el seleccionador Sergio Scariolo, que en una entrevista después de ganar el Mundial dijo: «Uno aprende, no se puede ser gilipollas toda la vida… Aprendes que tu ego es tu principal enemigo. Cuando lo arrinconas, vives mejor y disfrutas más…». Olé y olé, en unos tiempos de insolidaridad tan enorme, de individualismos exacerbados, de que cada uno se salve su culo y al que no pueda que le den, da gusto escuchar que cuando uno deja de mirarse el ombligo, y de pensar que el mundo gira alrededor de sus orejas, te invade una paz que es la hostia de relajante. Sobran personas incapaces de entender la perspectiva de los otros, y faltan empáticos más que neuronas en Telecinco, o gente que curre en el Senado.

Sé que somos un país que se ha quedado muy tocado por las canciones de Enrique y Ana, por los bailes de Las Mama Chicho, y por los chistes de Bigote Arrocet, eso tiene que pasar factura sí o sí. Y sé, también, que una sociedad que envuelve las manzanas ecológicas en plástico y que llama influencer a cualquier bobo con móvil tiene un futuro muy negro, eso es obvio. Sin embargo, no desistimos tampoco de buscar esos asideros morales, esos ejemplos dignos, esos actos de altruismo con mayúscula, que nos ayuden a tirar p’alante, y a no desear que la escasez de cerveza acabe con todos nosotros (siento si el ejemplo ha sido demasiado descarnado y cruel, barajé poner lo de que lloviera napalm sobre nuestras cabezas, pero le faltaba contundencia).

Y vayamos cerrando con autocritica, tan necesaria para seguir respirando con cierta coherencia y honradez. Les confieso, a pluma abierta, que para empezar a escribir artículos de opinión hay que ser un poco gilipollas, en cuanto a ir sobrados de ego y pensar que tenemos muchas cosas interesantes que contar y que los demás nos tienen que oír. Confío, espero, deseo que, después de estos años juntos, mi ego y mi nivel de gilipollez hayan ido a la baja, y haber aprendido a colocar cada cosa en el nivel de importancia que se merece. Dijo Ricky Rubio después de ganar el Mundial: «Es solo deporte». Y esto no es más que un artículo. Feliz jueves.