No estamos acostumbrados a parar, vamos acelerados incluso en el tiempo libre, pero realmente ante algo que genera tantísimas dudas como una obra de envergadura en el puerto de Maó, que modifique su fisonomía para siempre, todo con el objetivo de que pueda albergar megacruceros, convendría detenerse y meditarlo bien. Es un salto sin red. La mesa redonda sobre cruceros celebrada recientemente en el Claustre del Carme fue muy ilustrativa. Allí estaban todas las voces y todas con sus argumentos. Es comprensible la preocupación por el impacto económico de dejar que el pastel de los cruceros se lo lleven otros, al fin y al cabo –y eso ya nadie lo cuestiona–, el turismo es el principal motor de actividad de la isla.
Vía libre
Decisión arriesgada
03/03/20 0:37
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