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Hace unos días estuve leyendo en internet, que los perdigoters menorquines tienen el temor que desde Europa les pueda llegar la prohibición de cazar con bagues. Si llega a suceder tal desatino será posiblemente o por una falta de sensibilidad o por una falta de información veraz.

En primer lugar conviene que se sepa que Menorca no ha tenido siempre perdices, ya que en puridad, en su momento fueron un intrusismo, pues fueron introducidas en la Isla por el rey Sancho con ejemplares procedentes de Valencia. En segundo lugar, no hay que olvidar que la caza de la perdiz con baga forma parte del acervo cinegético más antiguo y tradicional de la caza menorquina, como es aquella que no precisa un arma de fuego, lo que significa que la perdiz es capturada viva y que más tarde, puede ser soltada en la misma zona que fue capturada o en otra que necesite ser reforzada por haberse detectado merma de ejemplares. En cuanto a capturar animales reproductores, conviene decir, que la reproductora esencial es la hembra, el macho no es extraño que cumpla esa función reproductora con más de una hembra. En cualquier caso, los que frecuentamos el campo con asiduidad, sabemos que en la época reproductora de la perdiz, es bastante frecuente encontrar bandos donde solo hay machos, suelen estar formados por ejemplares que no han encontrado una hembra; estos ejemplares forman los bandos conocidos como ‘monjes’, donde es casi seguro que algunos luzcan la cabeza con las huellas de las luchas que mantienen entre sí, al no poder encauzar sus ardores por caminos más naturales.

Por ser justo diré para que en Europa se sepa, que no son pocos los perdigoters que al finalizar la temporada de caza sueltan las perdices que hubieran capturado, que siempre suelen ser pocas, ya que en esta ancestral modalidad la caza suele ser bastante escasa.

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Tradicionalmente, cazadores con escopeta y cazadores con reclamo en Menorca se han llevado siempre bien, aunque no es menester apuntarlo añadiré, que el cazador que ha capturado de un tiro a una perdiz no la puede soltar en el campo, el ejemplar que se ha capturado con baga sí. De manera que sería injusto querer ahora argumentar la época reproductora como una mala praxis cinegética, cuando de ordinario no son precisamente machos los que faltan.

Aquí, en la caza peninsular, el llamado jaulero o cazador con reclamo, dispara su escopeta desde el puesto a la ‘campesina’ una vez que aquella cumplió emplazándose ante el macho de la jaula retador, que desde el mampostero luego entonará el canto del’funeral’, breves notas del macho enjaulado que un buen reclamista espera de su pájaro cuando este cree que ha triunfado en la disputa del terreno donde ha retado a las ‘campesinas’.

En definitiva, la caza con reclamo como se hace en Menorca, nada tiene que ver con aquella que se practica en la península. Cazar con bagues es mucho más difícil, es una caza improductiva y que para nada se la puede considerar dañina, ni ser causa de merma en la demografía de la alectoris rufa menorquina.

Si hay un buen conocimiento de cómo es esta caza, ecologistas y cazadores con reclamo menorquines, pueden entenderse y armonizar el equilibrio de sus plurales intereses.