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Sin duda alguna, el Covid-19 cogió en fuera de juego al gobierno de Pedro Sánchez. Posiblemente nos cogió a todos en mantilla, pero lo que para unos es normal, incluso lógico, para otros es preocupante. Sin embargo lo peor se produjo cuando el ejecutivo de Sánchez-Iglesias evidenció no tenía capacidad de reacción. Lo hizo tarde y con demasiadas lagunas.

Cuando se conforma un equipo de gobierno, los títulos académicos son necesarios para confirmar la capacidad intelectual de los elegidos pero, con esto no basta, la experiencia, el haber demostrado la madurez de su elección son imprescindibles, de ahí que afirme que entre los elegidos ha de haber personajes, mujeres y hombres, que acrediten su valía, “fichajes” provenientes del campo industrial o empresarios. Hombres y mujeres que tengan capacidad de reacción cuando salta la liebre y aquí y ahora, ha faltado el chispazo de la reacción inmediata, el saber estar en “tiempo y formas”.

La cacareada concentración madrileña no debía de haberse celebrado. Decirlo ahora es fácil, pero un ejecutivo debe tener en todo momento los datos necesarios para permitir o prohibir cualquier tipo de evento, aunque la ministra Irene Montero nos tache de machistas a quienes opinamos así. La realidad es una, los deseos otros y la visión política diferente.

Afirmo que el Gobierno ha reaccionado con lentitud, erróneamente e incluso con poco valentía porque no concibo que ahora, cuando ya han fallecido más de 8 mil contagiados y los servicios sanitarios están demandando medios para protegerse y ejercer su profesión con normalidad y sin preocupaciones añadidas, Seat, en su factoría de Martorell, esté produciendo respiradores y en Santa Perpetua de la Maguda, ALSTOM , en su Centro de Impresión 3-D, produzca productos de protección sanitaria. Medidas estas que debían ser tomadas mucho antes.

Así mismo considero que el Ejército y las Fuerzas de Seguridad del Estado, desde la Guardia Civil, pasando por la Policía Nacional y las Policías locales o autonómicas, sus agentes están solo medianamente protegidos, es como mandarles a la guerra con armamento de los tiempos de las guerras de Flandes, ellos, como avanzadilla, como personas que diariamente se juegan el tipo, deben estar perfectamente equipados, sin fallos, sin necesidad de recurrir a soluciones de emergencia.

Se han tomado, sin excesiva prisa, medidas para frenar la expansión del Coronavirus, como ha sido la instalación de un hospital de campaña en el IFEMA, pero no se concibe que aquello sea en estos momentos, un caos en lo que respeta a equipos de protección. Anotemos aquí otra tardanza.

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Uno de mis políticos de referencia, Felipe González, a quien considero uno de los mejores presidentes españoles de la Democracia -excluyo por razones obvias a Adolfo Suárez, el “dios terrenal” de la añorada Nini Serra- ha manifestado que la política de información “le desconcierta”, también a mí y a muchísimos españoles y añade que ésta debe ser “austera, breve y los más directa posibles. Censura a la UE por su falta de sensibilidad y, con su estilo personalísimo, dice que “España está respondiendo razonablemente bien”.

Las cosas son como son. Quienes peinamos canas, los que a todos nuestros amigos y amigas nos recuerdan que nos cuidemos y que no salgamos de nuestras casas, hemos vivido crisis de todas las medidas, pero como la pandemia del coronavirus, ninguna, pandemia que está siendo imprevisible, mortal y extremadamente preocupante, no solo por el momento actual, el que estamos sufriendo, sino también por el futuro.

Pese a todo yo sintonizo con las palabras de la Ministra de Defensa, Margarita Robles, que dice que hay que actuar como las FFAA, que “cuando se las necesitan están ahí y no preguntan el qué, el cómo, ni cuándo o dónde”. Es decir, solidaridad y buen hacer.

Sotíl, un jugador sudamericano del Barça, creo que era chileno o peruano, no lo recuerdo con exactitud, de los tiempos gloriosos de Johan Cruyff, en la tarde-noche en que el equipo barcelonista había conquistado el título de Liga, telefoneó a su madre y le dijo: “Mamma, campeonamos”.

Yo no quiero escribir como escribió Mariano José de Larra, al final de uno de sus escritos: “Aquí yace la esperanza”, yo quiero escribir la frase de Sotíl, “CAMPEONAMOS”, y lo haré feliz porque significará que entre todos habremos ganado al COVID-19, y convencido de que éste es el camino, el de la unidad y la voluntad de ser mejores, porque el mañana nos exigirá dar lo mejor de cada uno de nosotros.

Mi abrazo de hoy va dirigido a todos aquellos que sufren y especialmente a mis dos nietos, a Paula y Sergi, que en estos días de enclaustramiento han celebrado, ella su santo y él, su cumpleaños, solos con sus padres, afortunadamente. Con mis mejores deseos de felicidad, van dos besos, el de su abuela y el mío.