Frente a lo sólido y estable, encontramos lo efímero y fugaz: el reino iconoclasta del devenir. El Rey emérito se va, como el Papa emérito, que también pensó, con melancolía, que hacía un mayor servicio al irse que al quedarse. Tiene mérito pasar a emérito. Es humano aferrarse al cargo y creerse insustituible. Pero todo pasa y algo queda. Y a más incultura, menos quedará y habrá que empezar de nuevo. Demos gracias por todo lo vivido o heredado. Porque son tiempos de antisistema y de zozobra. Si te despreocupas, se te llena la casa de okupas y amigos de lo ajeno. Las crisis se suceden con demasiada frecuencia, últimamente. Señal de que llegamos a un cambio de ciclo, de era, de etapa o de modus vivendi. Las cosas no ocurren de repente. Se van gestando, de forma inadvertida, hasta que estalla la sorpresa y nos coge a todos desprevenidos.
Sin flash
Efímero y fugaz
09/08/20 0:00
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