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¿Cómo están queridos lectores? Imagino que cada uno buscando las mejores estrategias posibles para aguantar tanta batería de noticias nefastas que recorren el planeta desde el Capitolio hasta la helada y caótica Madrid, desde la indecente subida de la luz en plena ola de frío hasta la torpeza supina con las que algunos dirigentes están distribuyendo las vacunas, desde las funestas cifras mundiales que sigue proporcionándonos la pandemia hasta las nefasta previsiones económicas que en nuestras islas son más que terribles, porque los que pilotan, y pilotaron durante décadas, decidieron poner todos los huevos en la cesta del turismo y esta se ha ido al carajo sin remedio.

Eso a nivel general porque en el plano particular cada uno tiene sus propias preocupaciones. Yo esta semana sentí el dolor de dos grandes amigos que perdieron a su perra, la Mai, y todos los que tenemos mascota sabemos el amor que se le coge a los animales cuando compartes con ellos tu vida. También siento la rabia y la indignación de mi hermana, Pilar, que ha tenido que estar 48 horas aislada en su puesto de trabajo, cocinera en un centro de menores de Madrid, porque obviamente el relevo no podía llegar ni ella salir.

Personas como Pilar son la esenciales, ¿se acuerdan del confinamiento?, tanto aplauso y tanta cancioncilla pero seguimos dándole un pastón ganso a inútiles que no dan pie con bola, y a los que no pueden parar ni con pandemia ni con borrascas les maltratamos con contratos basura y sueldos de miseria. ¿Hemos aprendido algo? Una mierda de vaca, al próximo que vuelva a decir «de esta saldremos mejores» le pienso mostrar mí más profundo deprecio mirándole fijamente a los ojos por encima de mi mascarilla. Aunque la verdad es que no servirá para nada, porque después de tres meses y medio de la operación de cataratas de mi ojo derecho, me han anulado la operación del ojo izquierdo porque unos listos decidieron juntarse tropecientos y la abuela para comerse el turrón juntos y han colapsado el hospital Mateu Orfila, y con un ojo en alta definición y el otro con un parche de niebla mi mirada intimida cero.

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Si les cuento estos temas personales no es para hacer terapia de grupo, bueno un poco sí, sino para constatar que mientras las noticias ponen en primera plana a lunáticos que llevan un gorro de piel con cuernos, o se empeñan en bombardéanos con fotos de un Madrid nevado, o nos distraen con la ultima gilipollez que sueltan algunos responsables políticos, cada uno de nosotros padece sus propios dramas, y esos nunca saldrán en la portada de ningún medio, ni serán trending topic en las redes sociales.

Pues les digo que estas son las que a mí me importan. Que Óscar, Joan e Irene puedan seguir manteniendo su pequeño negocio y paguen sus autónomos. Que a Noelia la renueven en la residencia de ancianos. Que Adrià no se congele yendo a clase con la ventana abierta en enero. Que el hotel donde curra Antonio pueda abrir este verano. Que María pueda seguir pagando la luz y el alquiler. Que a David le reconozcan el currazo que se mete en el supermercado porque sin él no comemos. Siempre me importó más la opinión de un amigo, que las declaraciones de un papa, un rey o un presidente, que en muchas ocasiones están a la altura de las soflamas creacionistas o de las afirmaciones chorras de los negacionistas de la nieve. Al fin y al cabo, cuando pinta en bastos solo podemos contar con ellos, así que hay que cuidarlos y asegurarnos de que nunca les faltará lúpulo. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com