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A las 2 serán las 3. Cambio de hora que se instauró para aprovechar la luz solar y ahorrar en el recibo de la electricidad. Será tan tarde que nos pasará la hora en un suspiro, tal vez soñando. Móviles y ordenadores nos lo darán hecho. En los relojes manuales, en cambio, habrá que ir con cuidado y no despistarse. Pongamos que te presentas a las 10 y te dicen, son las 11. Adiós muy buenas. Hay horas largas y cortas, aunque todas duran 60 minutos. Se hacen largas cuando quieres que llegue algo, estar en otro sitio, hacer otras cosas… parece que no pasan nunca esas horas muertas; se hacen cortas si te lo pasas bien y no piensas en el tiempo. Lo que llamamos olvidar el reloj. Con el tiempo solemos jugar cuando es relativo o subjetivo. Vamos a mil por hora o, de pronto, se detiene. Pero el tiempo perdido no se puede recuperar. Tempus fugit, como Puigdemont. También está el buen tiempo (no confundir con los buenos tiempos) y el mal tiempo, ese de la buena cara.

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Pensando en Madrid, podríamos decir: el domingo 28 de marzo será domingo 4 de mayo. Quedan pocos indecisos. Un indeciso es alguien que piensa y valora entre varias alternativas. Aquí votamos mayoritariamente como quien pertenece a un club de fútbol. Hinchas ultra norte o ultra sur. Somos más de alergias que de sinergias. Lo importante es ganar como sea: de penalti, en el último minuto, jugando de pena o pactando con los extremos. Lo que nos ahorraríamos de campaña.