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El camino más rápido a la frustración, debido al contexto en el que nos toca sobrevivir, es el de hacer planes. Sí, lo sé, parece intrínseco a la naturaleza humana la necesidad de tener al menos una mínima planificación que nos ayude a tomar decisiones, sin embargo también parece intrínseco al ser humano la necesidad de socializar, y ya ven como está al patio. Si ya tuvimos un indicio claro de que el mundo se iba a la mierda cuando al padre Apeles le dieron un programa de televisión, allá por el año 1997 (cuando los boomers aún pensábamos que nos podíamos comer el mundo a pesar de que los Backstreet Boys eran número uno en ventas), ahora queda más patente que nunca que si aún no nos hemos extinguido es porque hemos tenido más suerte que un mono criado en una plantación de plátanos.

Y bien pensado no es tan malo eso de no poder proyectarnos. El no tener objetivos a medio y largo plazo nos da una libertad inimaginable en aquellos tiempos en que las agendas echaban humo porque pensábamos que con esfuerzo se conseguirían grandes sueños. Hay tantas cosas que no dependen de nosotros mismos que es liberador quitarnos ese maldito peso de encima, esa losa que supone el creernos los mensajes machacones de que la solución está en nuestras manos. ¡Recicla! nos gritan, porque si no tiras el plástico en el contenedor amarillo la Pacha Mama se enfadará contigo, pero no dejan de vendernos plásticos hasta en la fruta, no dejan de cortarle arbolitos al Amazonas y no dejan de tirar mierda a los ríos y a los mares las multinacionales que se forran en la industria textil, es solo un ejemplo. Ay, ese sentimiento de culpa que heredamos de nuestra educación judeocristina y que nos ha impedido disfrutar más a fondo de la vida.

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Aquí en nuestra isla llevan años ignorando la etiqueta de reserva de la Biosfera, no acaban de arreglar sus mierdas con la carretera general, publicitan la posibilidad de una Menorca Talayótica, cuando en realidad nos estamos convirtiendo en una Menorca reserva de hoteles rurales con encanto, en el 2019 ya había 37 agroturismos y la cosa no ha dejado de crecer, y mientras al campo que le den. Chuparon todos de la teta del turismo y no movieron un dedito para diversificar la economía. No encontraron una buena solución al problema del transporte aéreo, cuanto más descuento ponen por residencia, más suben las compañías los precios. No se vislumbra solución al tema de la vivienda, aún no somos Eivissa en cuanto a vergüenza inmobiliaria pero caminito vamos. Y lo que es más importante queridos lectores, no han encontrado el consenso necesario para declarar públicamente y sin tapujos que el ‘gin amb llimonada’ y la ‘pomada’ son exactamente la misma bebida. Así que los que ostentan u ostentaron poder que apechuguen con su responsabilidad y no nos den la turra a nosotros.

Poco nos pasa, ya lo hemos dicho, pero que no cunda el desánimo, ahora que ya me han operado con éxito las cataratas que acompañaban mis pequeños ojos de topo miope, lo veo todo, literalmente, más claro, por suerte para mi gato al que piso menos lo cola, y por desgracia para mis amigos a los que veo unas arrugas que antes ni intuía, eso sí, siguen todos igual de bellos, y lo digo con la libertad que me da el no deberles dinero. Por lo tanto puedo afirmar que hay trazas de esperanza, no olvidemos la gran lección que nos dio Edgar Allan Poe cuando dijo la más sabia de sus frases: «¿Qué importa si el tiempo avanza, si hoy estoy tomándome una cerveza?» Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com