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Mientras el Big Bang sigue su curso, divisamos el final del estado de alarma para adentrarnos en otro estado «donde más lisonjero me vi», como diría Calderón de la Barca. Se trata de soltar lastre y organizarse para no verse desbordado por tanta información innecesaria.

Intento ordenar mi ordenador, valga la redundancia. Archivos que se han ido acumulando y, con el paso del tiempo, han perdido su razón de ser. Los mandaré a la papelera de la historia, donde dicen que sigue Artur Mas.

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Agradecemos al personal sanitario su gran labor pese a las dificultades de abastecimiento y que sean tan pacientes con los pacientes, siga valiendo la redundancia. Vivimos en un país europeo, aunque no lo parezca. La propaganda intenta convencernos de que hasta Don Pelayo era franquista, los catalanes y vascos viven oprimidos y la monarquía parlamentaria no es buena para nosotros… todo por culpa de la Constitución.

Habrá que fundar una Agrupación al Servicio de la Monarquía, parafraseando aquella iniciativa de intelectuales (Ortega, Marañón, Ayala) que decía: «Ensayos como el fascismo y el bolchevismo marcan la vía por donde los pueblos van a parar a callejones sin salida». Pronto vieron que no era eso lo que se habían imaginado. La discordia civil degeneró en enfrentamiento militar. Es preferible reír que llorar, cantaba Peret. Reir es cobrar la felicidad al contado. No hay que fiarse de falsas promesas, sobre todo las de Pedro Sánchez.