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El tiempo es inexorable, pero también fluido, fértil, paciente, discreto o sanador… puede ser muchas cosas. Nosotros mismos somos tiempo. Concretamente, gerundio. Vamos haciendo. Podemos estar atareados o aburridos, pero tenemos que dedicarnos a algo. Y ese algo nos configura. ¿A qué te dedicas? Ese es el quid de la cuestión. Con nuestra dedicación influimos o afectamos a los demás. Para bien o para mal. Importa lo que hacemos y lo que no hacemos. Hacer el bien y no hacer el burro son ocupaciones igual de importantes.

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Al jubilarse como profesor, dejó de contar el tiempo en cursos y volvieron los años. Aunque la medida más efectiva del devenir son los momentos: esos que forman parte inextirpable de cada uno. Somos lo que hemos sido. Historia viva. Por eso, querer borrar la historia es, además de inútil, una amputación de nosotros mismos. La sabiduría popular dice que «totes ses deixades són perdudes». A lo que podríamos añadir: «totes ses cagades són fotudes». Vive el presente pero sé prudente. No podemos bañarnos dos veces en el mismo río, dijo Heráclito. Y no se refería a la contaminación. En una pequeña isla, como Menorca, coexisten muchos mundos diferentes. Mundos que luchan contra el caos y, algunas veces, consiguen aplazarlo. La felicidad es un pájaro huidizo. Si lo asustamos con nuestros egoísmos, se va volando.

Jubilarse tras años dedicado a la enseñanza. Su gran aspiración fue llevar una vida docente.