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Han transcurrido 20 días desde que el hotel covid Sa Mirada, de Arenal d’en Castell, alcanzó una ocupación cercana al 90 por ciento. Fue el 21 de julio con 103 personas,    74 contagiadas y 29 contactos estrechos, en 52 de sus 60 apartamentos.

En apenas una semana se habían doblado las entradas en el hotel por la escalada de la quinta ola. Los turistas, en su mayoría, precisaban un alojamiento que generosamente pone a su disposición el Govern mientras dure su cuarentena, a gastos pagados completos.

Fue entonces cuando los responsables de Salud decidieron gestionar la contratación de otro hotel covid en previsión de que las necesidades aumentaran. Aunque el acuerdo se alcanzó por adjudicación directa con el mismo grupo que posee Sa Mirada, Set Hotels, no ha sido hasta este pasado domingo cuando se ha plasmado el trato con el hotel Playa Azul, en Cala en Porter, para alojar a positivos de coronavirus y contactos estrechos.

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Desde aquella punta de ocupación extrema hasta este martes, se había reducido en casi un 80 por ciento, aunque anteayer subió por el ingreso de 21 niños y 6 monitores de un mismo grupo y ahora son 47 los alojados, en todo caso, bastante menos de la mitad de los que había hace 20 días.

La contratación se ha realizado «por urgencia» aunque esa urgencia ha desaparecido. El argumento esgrimido ha sido liberar la presión a la UVAC de la zona centro que se encarga del hotel del Arenal d’en Castell. Esa causa habría tenido un sentido inapelable el 21 de julio cuando la ocupación era de 103 personas y no ahora cuando hay 47 que apenas llegan al 30 por ciento de la capacidad del aparthotel.

El hecho no tendría más trascendencia si no fuera porque al Govern, con el dinero público, le cuesta el segundo establecimiento 155.000 euros para tener a 5 ingresados en un hotel de 126 habitaciones mientras sigue pagando los 50.000 euros mensuales por el otro establecimiento, en este último caso, seguridad y catering aparte.