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El histórico grupo El Consorcio ha animado este año las no-fiestas de Gràcia. Sorprende que después de tantos años sigan unidos. Seguro que habrán tenido discrepancias entre ellos. Pero al final saben que para interpretar a Mocedades hacen falta todas las voces y además una misma partitura. Las carreras en solitario no forman parte de este proyecto grupal.

En Menorca también tenemos nuestros consorcios, que oficialmente se crearon para cantar en grupo, aunque siempre salen voces individuales con gallos incluidos. El más famoso y temido es el Consorcio por la Disciplina en Suelo Rústico, el que abre expedientes a los hortals y ordena demoliciones de construcciones ilegales.

El Ayuntamiento de Ciutadella salió de este Consorcio cuando gobernaban los Casasnovas. No hay duda de que su salida del organismo mancomunado no estaba inspirado por el interés general, sino por el particular. Es Migjorn ha pedido su salida y Alaior lo está considerando, los dos ayuntamientos gobernados por el PP.

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En todos los casos el argumento es mejorar la eficacia de los expedientes y la gestión más cercana. Es lógico. La salida nunca podría justificarse por la intención de aplicar unas normas distintas a las que son de común cumplimiento. Si el problema no es de normas sino de eficacia, debería resolverse esta cuestión sin necesidad de darse de baja. Quien gobierna también ha de saber pactar.

Si la problemática de la familia de la casa ilegal de Es Plans es un motivo, quizás debería diferenciarse lo que es la disciplina en rústico, una cuestión técnica y jurídica, de la intervención de los servicios sociales, que quizás podrían proponer una moratoria a la orden de demolición, que desde el Consorcio no puede ser jurídicamente considerada.

Menorca debe apostar por los consorcios, por la cooperación entre las administraciones. Es una buena política para la reducción de costes, en un territorio compartido. Los alcaldes, canten bien o desafinen, deben ajustarse a la partitura, como hace El Consorcio.