TW

«En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis». San Mateo.

Aunque lo neguéis, tienes la firma convicción de que vivís la Pasión y Muerte de Jesucristo como un hecho histórico, como algo que pasó… ¿Es así? -te preguntas-. Ojeas el mundo y el irreconocible rostro de un Cristo torturado reaparece en esos ocho mil quinientos niños que mueren diariamente por desnutrición; en esos cuatrocientos treinta y ocho chavales que fallecieron desde el inicio de la invasión de Ucrania; en las quinientas setenta y nueve personas ejecutadas durante el año pasado; en los chiquillos afganos, de entre cuatro y seis años, que siguen trabajando en fábricas de ladrillos y a pleno sol; en los adolescentes que, en la capital salvadoreña, se disputan con los buitres los restos de la opulencia en los depósitos de basura; en… Horroriza pensar que la lista sería/fue/es interminable…

Hay, igualmente, algunos hechos no tan espectaculares, más sibilinos, que vienen también a confirmar que la Pasión de Cristo sigue ahí, gozando de rabiosa actualidad. ¿Cuántos Judas pululan entre vosotros? ¿Cuántos han vendido sus principios ideológicos por treinta monedas, por un escaño, por un saldo bancario? Y, al ser censurados, ¿no se han mudado en Pedro, que negó, de manera iterada, su fe?

¿Cuántos, creyentes o no, se lavan las manos ante la injusticia? ¿Cuántos ironizan o hacen burla del pobre, del alcohólico, de la mujer misma, del invisible, del que no cuenta?

Noticias relacionadas

Ante lo descrito surge con frecuencia esa pregunta que se ha mudado ya en verdadero clásico: ¿por qué Dios, si existe, lo permite? La proyección sobre el otro de la culpa propia es algo muy fácil y os devuelve, una vez más, a escenas de la Pasión, a cuando Pilatos, al dictar una sentencia que sabe injusta, se tranquiliza limpiándose… ¿Es Dios quien, por ejemplo, en Estados Unidos, ha ejecutado en los seis últimos meses a diez personas? ¿Es Dios quien encadena a esas criaturas en Afganistán? ¿Es Dios quien reparte injustamente la riqueza dada? ¿Es Dios quien dicta, desde la comodidad de un escaño, y a sabiendas, una ley deshonesta? ¿Es Dios quien invadió Ucrania? ¿Es Dios quien construyó los campos de exterminio nazis? ¿Es Dios quien…? ¿O vosotros?

Albert Einstein lo explicitó brillantemente: «El Mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos». Es -te atreverías a añadir- el erróneo uso de la libertad que os ha sido dada. Es -iteras- el producto inevitable que surge cuando no ponéis vuestro libre albedrío al servicio de la conciencia, esa que siempre está ahí, para dejaros meridianamente claro lo que, éticamente, es lícito o no… J.K. Rowling lo expresó en los siguientes términos: «Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Lo que importa es lo que escogemos potenciar» Demos, pues, sí, en este martes de pasión, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios… Hoy, hoy mismo, has cometido la cruel torpeza de criticar a un vecino… Pero eras tú, que no Dios…

Probablemente -y por lógica- alguien podrá aducir que, de tarde en tarde, tendría que intervenir. Pero… ¿A costa de vuestra libertad? ¿Aceptaría un adolescente que un padre estuviera permanentemente pegado a él para evitarle problemas? Cuentan que, en cierta ocasión, un rico bien pensante, al ver a un mendigo que, en una esquina, solicitaba ayuda, y tras negársela, increpó a Dios: «¿Por qué no haces nada?» A lo que Dios le contestó: «Te hice a ti»…

Tenéis -creyentes o agnósticos- el don de la libertad y una conciencia que se muda en un magnífico «GPS» moral… Ese navegador que os indicará, invariablemente, el camino a seguir. Hacerlo o no únicamente dependerá de vosotros mismos… Aunque estás plenamente convencido de que, de atender a sus dictados, el Mal    desaparecería o menguaría, al igual que la inmutable, dolorosísima, inalterada e iterada ‘pasión’ de ese hombre bueno que lo dio todo por vosotros y que, en carne viva, sigue hoy crucificado en muchos, en cada víctima inocente, esperando…