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Hay elecciones en que la gente vota con el corazón y otras con la cartera. Son los dos motores que propician o no un cambio. Nuñez Feijóo pronosticó una crisis económica profunda y posiblemente encomendó a ese relato sus esperanzas de llegar a la Moncloa. Los datos dicen que esa crisis no se ha producido. Tan es así, que el PSOE lleva días presumiendo de que España es el país de la Unión con la inflación más baja y con el crecimiento más elevado. Incluso celebran una reducción de la deuda pública en los dos primeros meses de este año, pese a que sigue disparada hasta el 113 % del PIB.

A estos buenos datos económicos, se añade las excelentes expectativas de la temporada turística y el dato de que en Menorca solo queda el paro estructural, por eso resulta tan difícil encontrar camareros. En teoría, si hay más demanda que oferta, las condiciones económicas deben ser mejores.

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Eso contrasta con el encarecimiento de las hipotecas por la subida de los tipos de interés y el gran incremento del coste de la cesta de la compra. Los representantes de CCOO lo advertían esta semana en la Isla, la ocupación va bien pero se está perdiendo calidad de vida.

Llegas a la conclusión que la mejora de los datos económicos y las ayudas europeas han permitido a las administraciones disponer de tal cantidad de dinero que se ha permitido el despilfarro social, es decir, dar dinero público a quien no lo necesita a costa de la solidaridad impositiva presente o futura. Puede que sea verdad que las crisis no se superan con políticas de austeridad, que hoy tienen mala prensa. Quizás el término medio hubiera tenido más sentido. Ya eso se añade que los fondos para la Next Generation no sirven para transformar la economía, al menos en Menorca, sino para dotarnos de más y mejores servicios públicos, que habrá que mantener.

Ya saben lo que diría l’amo en Xec, la economía va bien, pero...