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Parece mentira, pero es verdad. En cualquier caso, resulta lacerante que algunos hechos delictivos, tengan en los tiempos procesales unas dilaciones tan abismalmente diferentes. Fíjense por ejemplo en el caso Pujol, una familia que presuntamente desde el poder que ostentaba el patriarca, le cogieron una afición a esa industria de llenarse la buchaca, y resulta, que cuando no es por fas es por nefás, pero el caso es, que ellos siguen haciendo lo que mejor se les da, que no es otra cosa que buscar y por lo visto encontrar, una y mil maneras de escurrir el bulto judicial. Ahora con la patriarca, la que se autodenominaba «la madre superiora de la congregación» a la que el juez le atribuye el «liderazgo de la organización». La petición de pena era... vaya usted a saber, porque la causa contra ella está archivada por sufrir demencia severa, con 87 años que tiene «la madre superiora», no me extraña, pero también es para sentir hilaridad que se libre de lo que le atribuye el juez por padecer demencia severa. El patriarca Jordi Pujol i Soley, tiene ya 92 años, todo un nonagenario. No sé a qué esperan para decirle que ya toca, que eso de «hoy no toca», son frases que nuestro ordenamiento jurídico de ninguna manera puede contemplar para mayor gloria y disfrute de quien decidía cuando tocaba y cuando no. Que por sus edades se puedan librar de ir al trullo, puede, es lo que tiene dilatar una sentencia durante años, y si no tenemos el recurso del «ha prescrito», que a determinada gente le viene como anillo al dedo. Pero no creo que los años también liberen a los que han hecho con el dinero ajeno el medio lícito de una fortuna, si no van a ir a la cárcel, por lo menos que devuelvan lo choriceado.

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Fíjense, en julio de 2020, el Juzgado Central de Instrucción nº 5, dio por finalizada la investigación sobre los Pujol. Parece que el siguiente paso, después de tan dilatada investigación, era juzgar al matrimonio Pujol y a sus hijos, que presuntamente habían creado un especial modus operandi, que les ha estado funcionando durante años. Para más malestar social, resultó que La Audiencia Nacional, confirmaba la iniciativa en el mes de abril de 2021. Tanto fue así, que incluso el juez (creo recordar que Santiago Pedraz) ordenó abrir juicio a la familia Pujol Ferrusola, ese mismo año de 2021. Permítaseme un inciso: un individuo, solo dios sabe hasta dónde desesperado o necesitado, roba 7 euros en un cepillo de una parroquia. Pillado infraganti y denunciado, el Juez de lo Penal nº 1 de Santander, le impone una multa de 510 euros y 9 meses de cárcel. Este caso y el de los Pujol no son un buen ejemplo en esa manida afirmación de que la justicia es igual para todos. Lo de los Pujol Ferrusola se ha ido dilatando, incluso se archiva. Mientras tanto, según es ya costumbre los días, las semanas, los meses y los años, van pasando. A todo eso, conviene tener presente que Doña Ferrusola, dicen que se lo ha hecho mirar y está la buena mujer con demencia severa, y Jordi Pujol, el próximo 9 de julio cumplirá 93 años, y como si eso fuera poca cosa, sigue aferrado al «hoy no toca», que nuestra forma de aplicar la justicia «igual para todos» le consiente.

Cuando se dan esos flagrantes ejemplos, no hay como mirar al clan Pujol o a esos otros juicios que llevan años y años dilatándose, algunos coqueteando con esa ansiada figura judicial del «ha prescrito». Casos hay en que el que prescribe, prescribe del todo porque las dobla. Se mueren sin conocer la sentencia, sin embargo, en algunos casos con delincuentes del «todo a cien», la justicia los mete en la cárcel con inusitada rapidez. Será que tiene que ser así, pero no ayuda a que nos creamos que la justicia es igual para todos. Guardo en una carpeta los recortes de sentencias judiciales ya firmes publicadas en prensa. Los encontrados culpables en algunos casos fueron duramente sancionados. Es evidente que el «hoy no toca», funciona solo para según quien.