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La política es hoy un mundo lleno de contradicciones, que se perciben en todos los niveles. Ayer se comprobó en el pleno de investidura del nuevo presidente del Consell, Dolfo Vilafranca. Una se refiere a la enorme diferencia que existe entre el tono y el crispado, incluso violento, ambiente general. Los pactos con Vox han generado una gran tensión, sin embargo el tono ayer de Vilafranca o durante esta semana de Marga Prohens en el Parlament ha sido de moderación, amabilidad y educación exquisita, de mano tendida a todos los partidos. La otra contradicción es cuando se destaca lo positivo de gestionar una institución priorizando los criterios técnicos sobre la ideología, cuando, de hecho, el debate político está infectado de virus ideológicos. Porque, se podría debatir la cuestión de si una carretera tiene ideología, pero lo más probable es que no se llegue a un punto de consenso.

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La palabra que más veces repitió ayer Dolfo Vilafranca, en todas sus intervenciones, fue moderación, incluso más que libertad, el concepto de moda. La oposición no parece estar demasiado por la labor, ni los cien días de cortesía le van a conceder, y eso que estamos en periodo vacacional-electoral. Pero seguro que el flamante presidente tiene claro que la moderación no es algo que se exija a los demás sino que lo practica uno mismo, si espera obtener una respuesta positiva. Un cambio, más importante que una alternativa, como dice el lema del PP. También sabe que los seguidores de los partidos, al menos los que más se notan, están sedientos de sangre, y lo de moderación y diálogo lo atribuyen a un buenismo desfasado. Se vio ayer cuando el aplauso más intenso a Vilafranca fue cuando criticó a la oposición por reivindicar la democracia solo cuando pierden las elecciones.

Ayer se respiró un buen tono en el pleno del Consell. La palabra más fuerte que utilizó la consellera de Vox fue «pancatalanismo». Veremos si al final el tono es el mensaje.