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El comercio ha forjado la civilización desde los inicios de la humanidad. Unos quieren vender, otros comprar. Hay un tira y afloja que se concreta en el precio final. ¿Recuerdan la película «La muerte tenía un precio» (1965), spaghetti western de Sergio Leone, con Clint Eastwood de cazarrecompensas?

Pues las elecciones también tienen un precio (no sé si justo). El más votado no puede gobernar porque la suma de los menos votados lo impide. Superado el pacto Frankenstein y el miedo a Vox, algunos sueñan con el gobierno más progresista de la historia. Bildu, independentistas y comunistas, con los socialistas, nos conducirán hasta la tierra prometida.

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Ya no hay programas electorales incompatibles en la izquierda. Todo ha quedado reducido a números. Prosigue la ruptura del marco constitucional y el viaje incierto hacia el enfrentamiento y la polarización. Aunque el precio ya se sabía de antemano, el problema es que el PSOE, el segundo partido más votado, está dispuesto a pagarlo. Bueno, lo pagaremos a escote. Aquí no se libra nadie de pagar. No esperen moderación, diálogo, estabilidad o justicia imparcial. Hay cosas más importantes para mucha gente y un fin tan noble justifica los medios. Cada vez veo a Sánchez más Maduro. Su nuevo lema es: «Contra el PP todos Junts». Están preparando el show de la investidura, con el artículo 2 de la Constitución en juego.

El período postelectoral está lleno de cazarrecompensas.