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Vivimos como si el pasado no existiera o como si no nos importara. Uno de los hechos más destacados en la Isla durante el siglo XX fue la acogida de unos 1.400 marinos italianos, más de 600 rescatados del hundimiento del acorazado «Roma» por una bomba de la aviación nazi. Los heridos se recuperaron en el hospital militar de la Illa del Rei. Este fin de semana se cumplen 80 años de esa tragedia, con actos en el cementerio, en la Base Naval, donde desembarcaron, y la Illa del Rei. Los voluntarios y especialmente Mario Cappa han sabido mantener viva la historia del «Roma». El paso del tiempo ha transformado el valor de ese hecho histórico. Como dice Mario, ya ha dejado de ser una tragedia naval del final de la Segunda Guerra Mundial, para convertirse en una muestra de cómo la solidaridad nos hace mejores y en una reivindicación en contra de las guerras en la vieja Europa.

El presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, participó ayer en un acto en recuerdo del Roma en el Golfo de Asinara, en Porto Torres. Italia le da valor al hundimiento del «Roma». Y es lógico. El buque era suyo.

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En Menorca, pese al esfuerzo de los voluntarios, no sabemos aprovechar las oportunidades de una herencia histórica como esta. La respuesta solidaria la dio Menorca. Hoy la Isla podría ser un referente en todo el Mediterráneo, un epicentro para la memoria, una zona de paz en recuerdo de un drama de la guerra. Menorca no solo debería estar de moda para los turistas que extraen de ella las mejores fotos a cambio de dejar su buen dinero, sino que el peso de la historia merece que la Isla ascienda a una división de honor. Desde los talayóticos, que en quince días serán Patrimonio Mundial, a los siglos de dominio árabe, las huellas de los británicos y franceses, la doble represión que sufrieron los menorquines durante y después de la Guerra Civil y la historia del «Roma».

Si Mattarella estaba en Italia, ¿no deberían haber estado aquí el rey o el presidente del Gobierno?.