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Hace poco leí otro de tantos sesudos artículos (este al que me refiero iba barnizado con ese tonillo profesoral perdona vidas que tanto huele a naftalina) que intentan convencer al lector de que lo de Sánchez no es chungo; que los hay peores, que no le entendemos, que lo hace por nuestro bien.

Lo grueso de la tesis se basaba en que Feijóo es peor porque ha mentido. Éstos embustes feijooanos los encuentra el articulista deleznables. Yo también creo que Feijóo miente. Yo también lo encuentro deleznable; mentir en general es feo, pero en sede parlamentaria o en procesos electorales debería estar castigado con pena de inhabilitación para cargo público. El problema es que el articulista en cuestión pone a parir al gallego -por mentiroso- con objeto de blanquear al señorito Sánchez, obviando que las trolas del segundo (que por lo visto no encuentra relevantes) han batido todos los récords de la historia reciente (puede que Darío El Grande o Richelieu mintieran con mayor soltura, aunque lo dudo). Amigo: si criticas a uno por mentiroso (con razón) no puedes hacerte el loco con los embustes del otro. Un poco de coherencia.

A ver cuánto tardamos aún en llegar a la conclusión de que el hemiciclo es un teatro (carísimo) que pagamos a escote para que unos tipos que se buscan la vida obedeciendo instrucciones, comportándose como hinchas, renunciando a tener criterio propio, traicionando si es preciso a quienes votaron (no a ellos, sino al partido del que depende su carrera) y construyen leyes defectuosas (su preparación para tal cometido suele ser manifiestamente mejorable), intenten (a veces en vano) no equivocarse al emitir el voto indicado por su formación.

Amigos, estamos en manos de trepas y de mediocres.

Como muestra de trepas nos vale (entre otras) la del bigotudo en las Azores y la del actual macho alfa que cambia de vez en cuando de opinión; como muestra de mediocridad reincidente comentaré un botón algo anticuado (se acumulan las sandeces de tal manera que resulta imposible estar al día):

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«Esas personas inmensamente ricas que dicen que nos vamos al carajo... y como nos vamos al carajo ellos y ellas están preparando un plan B fundamentalmente basado en huir del mundo para protegerse ellos y ellas solas. El mundo de los cohetes para escapar de la Tierra. El mundo del metaverso y de sus mansiones fortaleza en Nueva Zelanda».

Si esto fuera una ocurrencia del tonto del pueblo declamada en la plaza ante un auditorio de chiquillos alborozados nos movería a risa, pero si lo pronuncia la vicepresidenta de un país homologado (quizás precipitadamente) como serio, da un poco de vértigo.

Para desdramatizar algo esta filípica apuntaría un par de extremos:
1.- Donde dice «ellos y ellas» faltaría añadir «elles»: Bien pudieran existir sujetos no binarios propietarios de cohetes que te cagas.
2.- El metaverso está en la nube, sin pista de aterrizaje para cohetes, mientras que Nueva Zelanda está en nuestro planeta de momento: se puede viajar hasta allí en barco o en avión (como a Mallorca).

Mucha gente usa siempre peyorativamente la palabra «rico». Por ejemplo, Yolanda Díaz, y sin embargo, desde mi punto de vista ella es rica (ingresa muchísima más pasta que yo -y posiblemente que usted, amable lector-) pero la vicepresi no se incluye en el grupo de privilegiados económicamente, se limita a criticar a quienes pillan más que ella, aunque lo hagan currando, actividad que no estoy seguro que haya practicado aún, actividad que presumiblemente intentará evitar por todos los medios a su alcance, ya que es a veces agotadora y suele rendir menos que el oficio que a ella le da de comer (bien), de vestir (mejor) y de viajar sin pagar billete (conste que esto último lo apruebo si es en cumplimiento de sus funciones oficiales).

Qué quieren que les diga, yo lo veo entre mal y muy mal. Si salimos de Málaga (que no saldremos pronto) iremos a caer en Malagón. El sistema de partidos, su poder real (que abarca el ejecutivo, legislativo y judicial, prensa, radio y televisión) en la práctica nos deja asaz indefensos.
Me temo que si consentimos nos darán (más y mejor) por saco.